Para Mónica
Le escribo a Mónica casi de madrugada para decirle que Sebastián murió, no me responde o no sabe qué responder. Ha sido un día de malas noticias y me doy cuenta que mi cerebro bloquea las emociones y más bien me concentra en los pendientes como si no pasara nada. “Responde” pienso, pero no me queda de otra que irme a dormir porque al otro día doy clase temprano. Todavía leo los mensajes de amigos en común, nadie lo cree.
Cuando despierto leo sus mensajes. Ahora sí, casi con cualquier pretexto siento las lágrimas salir de mis ojos, me da miedo ponerme a llorar frente a mis estudiantes, que si bien no se lo tomarían a mal, tampoco sabrían qué hacer. “Estoy aquí” me dice Mónica por mensaje, y me siento bien, aunque tal vez está igual que yo sintiéndose frágil por cualquier pequeña ausencia que nos recuerda que Sebastián se ha ido. “Tengo boletos para un concierto” le escribo a Mónica, “¿los cancelo?”, “no, está bien si vas, despéjate un poco”.
Le digo a mi mamá que sí iré con ella al concierto, pero que no quiero manejar, me abraza cuando me subo al auto. La hermana de Sebastián me mantiene al tanto por Whats app en medio de un escenario impensable: a qué hora será el funeral, dónde. “Iré en la mañana” le digo y le escribo a un par de amigos para que me acompañen, no quiero ir solo.

De mañana, mientras me preparo para ir al funeral me acuerdo de Sebastián vivamente, de su voz, de su risa, de sus chistes permanentes y de su presencia permanente a través de mensajes que llegaban a toda hora. “Estoy bien, Mónica”, escribo, aunque sea para no preocuparla más. Es un día soleado con un cielo sin nubes, hace frío. El otoño se acaba y también el año, el viento fresco sopla desde las montañas cercanas y nos deja en el rostro caricias heladas.
Antes de bajar del auto pienso en lo que Sebastián llamaba nuestra “canción de poder” y me acuerdo cuando la escuchamos por primera vez una tarde de verano en que volvíamos del bosque y donde nada faltaba. Esa tarde, como todos nosotros, de una manera particular permanece y al mismo tiempo se disuelve en el tiempo. Mónica dice que está bien dejar(se) ir pero nunca he sabido bien cómo. Sebastián siempre me hará falta en las tardes de seminario los miércoles, en cada meme que no puedo enviarle, en cada mensaje que quedará sin responder, no hay remedio, pero al mismo tiempo está también muy presente en quien soy.
Gracias a todos y todas quienes me han acompañado este año, incluso a aquellos que ahora están ausentes, que tengan un excelente 2023.
Foto portada:guia-visitar-los-dinamos.jpg (1200×675) (chilango.com)
Déjanos un comentario