Por Ramsés Oviedo
A principios de enero de 2023, el editor y cronista Miguel Ferro me concedió una entrevista en un café de Jardines de la Hacienda, Querétaro. Gracias a la intercesión de mi amigo Maximiliano Sauza Durán, pude contactar y encontrar a nuestro anfitrión un mes antes. Miguel Ferro Herrera editó y dirigió El Heraldo de Navidad (2011-2012), creó colecciones editoriales en el Estado y municipio de Querétaro, dirigió el Archivo Histórico del Estado, se desempeñó como presidente municipal de San José Iturbide y recientemente nombrado director de la editorial Santiago de la Diócesis de Querétaro. La obra que ha editado es vasta (dedicada máxime a temas históricos y eclesiásticos), pero su testimonio en la materia editorial se conoce poco. Por ello me interesó platicar con él alrededor de una hora sobre su trayectoria editorial, sus experiencias y visiones del mundo del libro, así como sus proyectos futuros.
Gracias, Miguel, por aceptar la entrevista y por formar parte de este panorama editorial de Querétaro. Quiero empezar preguntándote por cuál es tu definición personal de editor y de editorial independiente.
Bueno, el editor debe ser un impulsor de lo que bien se escribe o se ha escrito para darlo a conocer, proyectar esos talentos. También como enamorado del libro, como objeto, es materializar la creatividad literaria de otros en una manera estética y armónica para su divulgación. Pienso que esa debe ser la misión de editor, a lo que he jugado en 30 años; lo que inició como un experimento, le tomé un amor intenso al reeditar y posteriormente impulsar nuevas obras.
¿Por qué decidió dedicarse a la actividad editorial desde hace ya más de tres décadas?
Fue un accidente. En septiembre de 1992 llegué a hacerme cargo del Archivo Histórico del Estado aquí en Querétaro, con la encomienda de organizar, clasificar y catalogar sus fondos documentales históricos, ya que en ese momento dicha institución carecía de estos elementos que son indispensables para su resguardo y consulta. Conforme avanzamos en estos procesos surgió la necesidad de divulgar el trabajo realizado, entonces nació el Boletín del Archivo que en su primer número daba cuenta del Fondo Notarías, que reúne una gran cantidad de protocolos generados por los escribanos y notarios que van del siglo XVI a principios del siglo XX, fuente importantísima para reconstruir la historia queretana y de la región; el segundo número se dedicó a la bibliografía e impresos oficiales que en ese momento se reunió a raíz de su organización, creándose una pequeña biblioteca. Considero que el contacto con los impresos del siglo XIX, despertaron una pasión por el libro como objeto, al ver su tipografía, sus grabados, la disposición de la caja, sus encuadernados, etc., y por otro lado la edición de los boletines, cuidando sus contenidos y autores me involucró en los procesos editoriales y de impresión.
Lo anterior propició que el Archivo Histórico fuera un ente en la divulgación impresa de las obras históricas de Querétaro. En esta labor debo mencionar a un gran amigo que apoyó decididamente el proyecto y que jerárquicamente fungía entonces como mi jefe inmediato, el Dr. Andrés Garrido del Toral, quien en otro momento había sido maestro de Historia del Derecho Mexicano. En el periodo que estuvimos al frente del Archivo (1992-2000), se editaron 82 títulos, los primeros obedecieron a reimpresiones facsímiles como la Geografía del Estado de Querétaro (1854-1855), de Juan María Balbontín o la Colección de Decretos del Congreso del Estado de Querétaro (1833-1835) con un interesante estudio introductorio del Dr. Juan Ricardo Jiménez Gómez; reediciones de autores queretanos como José Guadalupe Ramírez Álvarez y la obra reunida en cuatro tomos y un apéndice cartográfico de don Manuel Septién y Septién, que entre ambos formamos, fue una experiencia muy aleccionadora trabajar con don Manuel, al que considero pionero de la historiografía de Querétaro.
Pero esta labor no debía detenerse únicamente en la reedición o reimpresión, sentía el deber de dar cabida a nuevos estudios que abrieran horizontes más amplios e incluso distintos a lo conocido, que fueran inéditos y con un rigor científico y académico, entonces nació la colección Historiografía Queretana, en ella publicamos obras como Arquitectura franciscana en Querétaro, siglo XVII del Dr. Jaime Font Fransi, Sistemas hidráulicos de Querétaro del Dr. Antonio Loyola Vera, que en ambos casos corresponden a sus tesis doctorales; Retablos y retablistas, Querétaro en el siglo XVII de la Dra. Mina Ramírez Montes; El arte virreinal en Querétaro del Mtro. Rodolfo Anaya Larios y dos obras del dominico Fr. Esteban Arroyo, Las misiones dominicanas de la Sierra Gorda de Querétaro y el Convento de Santo Domingo de Querétaro; afortunadamente esta colección, tengo entendido, sigue vigente en el Archivo Histórico. Debo hacer mención que todo fue posible gracias a la confianza en mi persona e interés que mostraron por la institución los exgobernadores Enrique Burgos García e Ignacio Loyola Vera.
En el año 2000 decidí dar un giro a mis actividades, renuncié al Archivo Histórico del Estado, para incursionar, primero como candidato y después como alcalde de San José Iturbide, Guanajuato; pero no por ello dejé el gusto de ser editor, sólo fue un paréntesis.
¿Cuáles son los recuerdos que guarda usted de la industria editorial mexicana de finales de los años 90 y principios del nuevo siglo?
Cuando había oportunidad de detenerme en alguna librería, invariablemente la vista se enfocaba a esos libros de gran formato que abordaban tópicos de la historia nacional y de nuestro patrimonio cultural, tengo presentes los primeros números de la segunda época de Artes de México, que de manera temática o monográfica nos acercaron al conocimiento profundo de nuestra identidad, pero había algo adicional en ello, su edición y diseño, es algo que disfrutaba. En ese mismo momento tuve oportunidad de conocer al Ing. Mario de la Torre, quién editó, para una compañía entonces irlandesa, alrededor de una veintena de libros en gran formato que anualmente obsequiaba la empresa, desde Los tlacuilos de fray Diego Durán, Los conventos fortaleza en la Nueva España, Gloria y fama de México, Escenas de América, etc., obras de un gran contenido y al mismo tiempo con un cuidado editorial extraordinario, realmente me marcaron en mi concepción de futuro editor.
Aunque no corresponden al lapso que me preguntas, mas bien anteriores, fueron de gran significado las colecciones de Lecturas Mexicanas, Cien de México y la Sección de Obras de Historia, las primeras dos editadas por la SEP y la tercera por el Fondo de Cultura Económica. Sus títulos y autores eran de primer orden, pero además con una particularidad, su accesibilidad; me quedó claro que nuestra labor de editor debe tener ante todo un sentido social.
¿Y cuáles son los cambios positivos y negativos que usted ve en el panorama editorial de Querétaro y la región?
Cuando se revisa la producción editorial de Querétaro en el siglo XX, y nos detenemos en las décadas de los 60´y 70´ observamos que en gran medida era subvencionada por el Gobierno del Estado, los títulos exaltaban la historia queretana, los acontecimientos nacionales suscitados aquí, por ejemplo el centenario del triunfo de la República, así como sus personajes, y son casos aislados los esfuerzos independiente como la Editorial “Cimatario” de los Cabrera u obras literarias que regularmente se financiaban por los propios autores; la década siguiente abrió otros horizontes, se estructura el Fondo Editorial del Estado con varias colecciones no sólo de historia, se incluyó literatura, ensayo y filosofía dando preponderancia a los autores locales.
Considero que a partir de ese momento se da un paso importante, un cambio positivo, ya que incentivó la producción y al mismo tiempo se crea un escaparate en la distribución y comercialización al crearse la librería de la Unidad Cultural del Centro, que aún subsiste.
Lo negativo que observo es la ausencia de un proyecto editorial estructurado de largo aliento, que no haya altibajos como se han tenido, esto en lo que respecta a las editoriales oficiales. Por otro lado, es alentador el surgimiento de decenas de sellos editoriales locales, con su propia temática, dinámica y visión, que están ensanchando nuestra cultura e impulsando el talento de las nuevas generaciones, esto era impensable hace algunas décadas, es un cambio positivo.
¿Usted coincide en que la industrialización en Querétaro también contempló el ámbito editorial ya que empezaron a florecer más opciones de publicación?
Sí, quizá en una proporción menor respecto a otros ramos de la industria, encaminada más hacia la impresión propiamente que la editorial; en las últimas tres décadas en Querétaro se han establecido empresas importantes que son proveedores de la industria ya sea para publicidad, empaques, etc., pero al mismo tiempo han dado cabida a quienes nos dedicamos al mundo editorial al tener mejores opciones en el proceso de impresión, lo que ayuda en gran medida a ser competitivos y tener calidad. Sin ellos, por ejemplo, hubiera sido más costoso emprender el proyecto de “Librarius” del Municipio de Querétaro, dio accesibilidad. Eso es importante.
Entre las colecciones que desarrolló en Querétaro está la de “Librarius”, recién mencionada, que está repleta de libros de historiografía, de personajes, de crónica. ¿Podría comentarnos un poco sobre el origen, desarrollo y conclusión de este proyecto?
En octubre de 2012 fui invitado por el Lic. Roberto Loyola Vera, entonces Presidente Municipal de Querétaro, para hacerme cargo de la Dirección de Asuntos Religiosos del municipio y al mismo tiempo emprender un proyecto editorial para su gobierno. Como antecedente te menciono que la inquietud por las publicaciones sobre historia de Querétaro es algo que ambos compartimos de mucho tiempo atrás; recuerdo una charla en agosto de 1997, donde acordamos que en un futuro, sin saber cuándo, habríamos de emprender un proyecto editorial serio para Querétaro, esa cita se dio tres lustros después, así nació “Librarius”.
“Librarius” se conformó en cuatro colecciones: Clásicos, donde se reeditó obras de Valentín Frías, Manuel de la Llata, Manuel Septién y Celestino Díaz; Nueva historiografía, con obras de José Ignacio Urquiola, Rafael Ayala Echávarri, Gabriel Rincón Frías, Alejandra Medina, José Martín Hurtado, Beatriz Cervantes, entre otros; Costumbristas, obras de Roberto Servín, Andrés Garrido, Natalia Carrillo, Cecilia Maciel, María Luisa Septién, Jesús de la Vega, Pilar Carrillo, Edgardo Moreno, etc.; Literaruta, con jóvenes autores y la obra de Mónica Sigg que hace un recuento de la historia de la literatura en Querétaro. Al mismo tiempo, desde el inicio, se concibió realizar un trabajo de investigación sobre las artes y sus creadores a lo largo de más de cuatro siglos de historia de la ciudad y entregarlo al final de la administración del Lic. Loyola; se le encomendó la investigación al Mtro. Jaime Vega Martínez, alguien muy acucioso en su trabajo, con la intención que esta obra se convirtiera en un referente en la materia, como así sucedió con el libro Civitas Dei, Civitas hominis. Ciudad de Dios, ciudad del hombre. Los artífices del patrimonio queretano, fue la única publicación en gran formato, pasta dura y en selección de color.
Con esta obra se cerró el ciclo de “Librarius”, un proyecto muy aceptado y valorado por los queretanos, que durante treinta meses continuos presentó un libro al público; considero que difícilmente podrá repetirse.
¿Cuándo comenzó a trabajar de manera independiente su sello editorial?
De manera formal hace un par de décadas, fue una decisión importante; la experiencia obtenida en el proyecto editorial del Archivo Histórico, pero sobre todo la fortuna de haberme encontrado con personas de una gran valía, experiencia y saber en ese ámbito, y dispuestas a compartirme sus conocimientos, me dieron seguridad para crear un sello propio.
Por justicia, hago mención de algunos de ellos, en materia de patrimonio y escritos novohispanos fue fundamental el P. Luis Ávila Blancas, creador de la pinacoteca de La Profesa, entre otros méritos, quien me confió la edición de sus obras como la Bio-bibliográfia del Oratorio de México, que fue prologada por don Ernesto de la Torre Villar uno de los grandes estudiosos de la bibliografía mexicana y de las glorias de la UNAM, con quien ambos cultivamos su amistad. Fr. José Luis Soto, franciscano de la provincia de Santiago, en España, editor, historiador, escritor y archivero, impulsor de la obra de Fr. Lino Gómez Canedo, su contemporáneo, pionero en el redescubrimiento y organizador de infinidad de archivos eclesiásticos en América, que puso sobre la mesa la importancia de estos repositorios como fuente primaria para la historia del continente; su disciplina y conocimiento en la bibliografía Iberoamericana y sus dotes de editor para mí fue fundamental, reedité la obra del P. Lino, Sierra Gorda, un típico enclave misional en el centro de México, (siglos XVII-XVIII), y al P. Soto Maestro gratuito y Canciones místicas, (siglo XVIII), sobre un manuscrito literario encontrado en el Archivo de la Provincia Franciscana de Michoacán, entre otros. No omito a cuatro dominicos de altos vuelos que me arroparon en distintos momentos: Fr. Ángel Melcón, un gran bibliotecario y místico, Fr. Santiago Rodríguez, archivero e historiador, Fr. Esteban Arroyo y Fr. Carlos Amado, historiadores, a todos ellos tuve oportunidad de editar sus obras, desde temas espirituales, literarios e históricos de la Orden en México, como los Anuarios Dominicanos del Instituto de Historia de la Provincia.
Este intercambio de conocimientos con estos personajes, definieron la línea editorial: historia regional, historia eclesiástica y religiosa, arte sacro y textos costumbristas, salvo alguna excepción se ha incursionado en otras materias.
Ya como editor independiente, ¿qué es lo que busca en los autores que publica?
Desde la línea editorial que manejamos, particularmente la historia, se busca que sean estudios serios, bien escritos y representen una aportación al tema, en buena medida en eso radica el atractivo a los lectores, y al mismo tiempo genera prestigio al sello editorial.
Al mismo tiempo incorporamos autores y obras reconocidas, como los clásicos queretanos, por decirlo así, que siguen siendo de interés al público.

¿Qué significa el logo de su marca editorial? Parece ser una especie de faro que me recuerda al universo simbólico de Aldo Manucio: el mar.
Pues sí, en parte, es el “apúrate despacio” de Manucio. Está inspirado en un grabado medieval, con algunas modificaciones; ante la inmensidad del mar el ser humano aspira llegar a puerto seguro, guiado por un faro, en una barca sin más acompañamiento que las virtudes, en este caso representadas por las estrellas. Hay quien me ha dicho si su simbolismo está relacionado con la masonería, es algo que no lo había pensado (risa), lo demás me lo reservo.
¿Cómo le gusta trabajar en cada proyecto editorial? ¿Tiene alguna especie de ruta mecánica establecida para su gestión editorial?
Hablemos de dos supuestos, primero, cuando la editorial busca qué publicar y segundo, cuando los autores buscan la editorial. Nuestra línea de publicaciones, define a las obras o autores de nuestro interés así como a los lectores, pongo por ejemplo una colección que titulamos Sacratus, sobre artífices de arte sacro en Querétaro, para ello recurrí a uno de sus mejores exponentes sobre el tema, el Mtro. Rodolfo Anaya Larios, le expuse la intención de la colección, hicimos un acuerdo sobre los derechos, en el camino se revisó la edición, y se han impreso a la fecha dos títulos: Iconografía de la Virgen de El Pueblito y Loa Cristos de Querétaro, entes de finalizar el año aparecerá un tercero, Los lienzos de la Virgen de Guadalupe en Querétaro; lo mismo sucedió con el Mtro. José Ignacio Urquiola, hoy lamentablemente desaparecido, se dio la conmemoración de los 250 años de la expulsión de los jesuitas y le propuse que se publicara su obra La fundación y los bienes del Colegio de San Ignacio en Querétaro, un documento imprescindible sobre la presencia jesuita en Querétaro.
Pero hay casos, como lo menciono al principio, donde los autores o instituciones recurren con nosotros para concretar algún proyecto, esto en lo particular nos alienta mucho; desde luego son obras con la temática que se maneja, hacemos los acuerdos legales, recibimos los textos, seguimos todo el proceso que conlleva, damos propuestas, publicamos y en algunos casos comercializamos.
A grandes rasgos en esto consiste nuestra gestión editorial.
Uno de los descendientes de la familia Frías, Ignacio Realino, realizó un libro que quizá lo conoce usted, sobre los libros corales de la parroquia de Santiago.
Sí, lo conozco, es una obra importante. Querétaro albergó durante el periodo novohispano un gran número de conventos y monasterios donde se generaron bibliotecas de un gran contenido en materias como teología y filosofía con sus respectivas ramas, pero también contaban con libros litúrgicos: misales, breviarios, devocionarios y el liber usualis del que se desprenden los enormes libros corales que eran colocados en los facistoles de los coros conventuales para el rezo de la liturgia de las horas; son verdaderas joyas artísticas, sus capitulares llenas de simbolismo alegórico, los tetragramas para el canto llano o gregoriano, y la disposición de los textos, son fabulosos. Nacho con esta obra propició la valoración de este patrimonio; en otro momento hicimos una obra más modesta del Mtro. David Saavedra, encargado de la biblioteca conventual del Museo Regional que se tituló Los libros corales de Santiago de Querétaro dentro de las ediciones del Archivo Histórico; también el libro del Lic. Frías nos inspiró para utilizar las capitulares de los libros corales de la parroquia de Santiago en ilustrar la portada e interiores de El Heraldo de Navidad, edición del año 2012.
Hay otro tema sobre los desafíos que plantean las nuevas tecnologías de información en su trabajo editorial. Por ejemplo, ¿representa para usted un problema o una situación particular el tema de la piratería?
Desde luego, la piratería es una situación muy seria, que tarde o temprano nos va afectar de manera directa; lo vemos por ejemplo con los libros escolares o títulos que tienen una demanda importante, y que las nuevas tecnologías coadyuban a ello, es la otra cara. Desafortunadamente para las autoridades competentes no es una prioridad.
Claro, y sobre el mismo tema, ¿cuáles son los vicios y virtudes del libro electrónico desde su punto de vista?
Todo va evolucionando, el mundo del libro no ha quedado atrás, el surgimiento del libro electrónico abrió posibilidades, es algo práctico, accesible desde el punto de vista de costo respecto al libro impreso, su comercialización en plataformas digitales o las mismas editoriales le dan un mayor alcance, sin embargo, la otra cara de la moneda, cuando nos referíamos a piratería es más susceptible, también se recurre a una competencia desleal. Los que defendemos el libro impreso tenemos la plena confianza de su permanencia, las tecnologías por eficaces que parezcan son finitas.
En su percepción, ¿cuáles son los retos y desafíos que tienen las editoriales independientes en México?
Como todo proyecto independiente lleva un proceso más lento, el primer reto es la sobrevivencia, no bastan los ánimos personales, ante el gran número de sellos independientes se debe marcar la singularidad del propio, con sus autores, el tipo de obras y su diseño editorial, son estos los desafíos más importantes, darle personalidad. Después viene la accesibilidad a tu producto, tanto en costos como su distribución.
En el caso de Amazon uno tiene la oportunidad de producir desde casa, pero las ganancias del autor son un tema cuestionable. ¿Usted qué opina de este corporativo en la producción de libros?
En un mercado tan castigado como lo es editar libros, que para llegar del autor al lector pasa por varios procesos que inciden en sus costos, se agrega, desafortunadamente la competencia desleal que se da, por ejemplo en la plataforma que mencionas, es algo que no debería permitirse en las condiciones actuales, creo que tanto los autores como editores deben estar más protegidos legalmente, nuestra legislación en la materia deja mucho que desear.
Sé que además de editor se ha desempeñado como cronista de San José Iturbide, Gto. ¿Cómo ha relacionado las dos actividades, la crónica y el mundo editorial?
Considero que van de la mano, cuando lees crónicas sobre la conquista de México, sobre los viajeros en la Nueva España, por ejemplo, el Ensayo político sobre la Nueva España de Humboldt, dimensionas lo importante que es consignar todo lo que hay y sucede en un lugar y un tiempo determinado y además lo dejas impreso para la posteridad, es una labor trascendente, entiendes que existe una gran relación. Oficialmente desde 1988 me encargo de la crónica de San José Iturbide, una tierra donde llegaron mis ancestros en la segunda mitad del siglo XIX, donde sientes esa carga generacional que desde muy joven me generó interrogantes sobre sus personajes, sitios y acontecimientos desde la perspectiva de micho historia como la llamó don Luis González y González. Como editor te esmeras en que tus propios escritos se den a luz en una buena edición, como el último de ellos: Camino a Casas Viejas. Breve historia de San José de Iturbide.
¿Quiénes son para usted los editores (hombres o mujeres) más trascendentes que ha tenido México en los últimos años?
En lo particular pienso en don Daniel Cosío Villegas, más conocido por su obra escrita, la Historia moderna de México; pero poco se ha explorado como editor; en plena época post revolucionaria consideró conveniente impulsar obras de economía que eran muy escasas, en 1933 viajó a España para concretar la publicación en español de esa temática que eran escasas, se entrevistó con Espasa Calpe y Editorial Aguilar, pero fue infructuoso. A su regreso idea en una editorial pública manejada por un fideicomiso, así nació el Fondo de Cultura Económica en 1934. Los primeros años fueron complicados, escasez de recursos, pocos traductores, etc., sin embargo, con el tiempo se consolidó no sólo en México sino en todo Iberoamérica, es un referente.
Y de aquí de Querétaro, ¿piensa en alguien especial?
Querétaro tiene una gran tradición a partir de la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo de autores-editores-impresores, como Luciano e Hilarión Frías y Soto o el costumbrista e historiador Valentín Frías. Ya en el siglo XX, los hermanos Cabrera con editorial “Cimatario” y la propia imprenta del “Sagrado Corazón”, que editó obras devocionales y religiosas bien cuidadas y con un buen gusto, propio de su tiempo. Actualmente Patricio Rebollar está haciendo un esfuerzo importante con su sello Pas Tres, son ediciones sobre literatura de calidad, es encomiable.
Entonces, ¿cuál es su relación con las nuevas generaciones de editores?
Es escasa, seguramente por las líneas que manejamos y en pocas ocasiones convergemos; sin embargo, valdría la pena poder intercambiar puntos comunes, como derecho de autor, producción, los retos de la distribución y comercialización, etc., en lo que no creo es en las agrupaciones u asociaciones, siempre el diablo mete lo suyo en los munditos de poder, por salud prefiero marcar una línea en esto.
¿Cuál cree usted que será el futuro del oficio de editor?
Es un oficio muy noble que ha sorteado toda clase de situaciones a lo largo del tiempo, siempre existirá la necesidad en el ser humano del conocimiento y la recreación por medio de la lectura, por ello el editor siempre estará ahí, presente.
Ya para cerrar podría comentarnos ahorita qué proyectos vienen en su sello editorial.
En este momento trabajamos en variosproyectos, en próximos días estará en circulación la biografía de Mons. Mario De Gasperín, Obispo emérito de Querétaro, escrito por el periodista Jaime Septién, titulado Y, ¿qué hay por el mundo?; en el ámbito de las tradiciones y cercano ya el Viernes de Dolores cuya festividad tiene un particular significado para la ciudad de Guanajuato, incluso oficialmente es un día feriado para esa capital, se presentará una compilación de textos reunidos por el Dr. Eduardo Vidáurri Aréchiga, titulado Viernes de Dolores en Guanajuato, poesía, simbolismos, historia y tradición; y en la línea historiográfica Los propietarios de la hacienda de Juriquilla, siglos XVI-XX, coordinado por el historiador Lauro Jiménez, este último coeditado con la Secretaría de Cultura del Municipio de Querétaro. Por otro lado, estamos gestando lo que será la primera editorial de la Diócesis, de manera formal.
Muchísimas gracias.
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