La máscara poliédrica: Bellatin y sus orillas - MilMesetas

Que mi obra era “experimental”, “kafkiana”… ¡Imagínate!, te dicen que tu obra es kafkiana y te emocionas. Sin embargo, luego comprendí que no era un honor sino un retruécano para darte a entender que lo tuyo no tenía cabida dentro de lo que se estaba haciendo en América Latina en esos momentos.

Mario Bellatin en Escribir está por encima de todo. Entrevista por Óscar Garduño

Mario Bellatin ha sido catalogado como un escritor raro, anómalo, vanguardista y experimental, pero, más allá de esas denominaciones ¿qué nos dice su obra? Acá un acercamiento a su narrativa.

Este artículo se basa en la publicación “El descentramiento de mi yo y el entomólogo como catoblepas” publicado en Narrativas mutantes: Anomalía viral en los genes de la ficción que se puede consultar aquí. En esta publicación se puede conocer con mayor detalle la relación de la obra de Bellatin con el concepto de lo poshumano y la esfera de Peter Sloterdijk.

Catoblepas: Endo Hiroshi, el entomólogo que muta con su propia mortaja

Se engulle a sí mismo, puede ser el catoblepas, un animal mitológico o una constante dentro de la poética de Mario Bellatin, donde, por ejemplo, en la narración “Bola negra” su protagonista, un entomólogo que encuentra una rara especie de insecto, se convierte en el símbolo narrativo del catoblepas, esta idea será reforzada por personajes de este cuento como la anciana cocinera, el profeta Magetsu y los primos del entomólogo.

¿Y cómo se presenta este rasgo narrativo en la obra de Bellatin? A través de una circularidad que aparece con el entomólogo Endo Hiroshi quien irá convirtiendo su cuerpo en su propia comida, dando así una circularidad material que busca lo impersonal. Asimismo, se hace patente esta circularidad del catoblepas cuando el insecto capturado por Endo Hiroshi es encontrado como un resto: su propio estómago. Igualmente observamos que toda la narración está construida de acuerdo con esta idea de deglutir el propio cuerpo y su respectivo despojamiento.

Intervención digital. Catoblepas en simultáneo. Karen Farfán Ospina, 2018.

Esto anterior lo vemos, por ejemplo, con el despojamiento  del profeta Magetsu, un personaje que paulatinamente renuncia  a su sustancia, tanto material como simbólica, ya que va dejando atrás su cuerpo, mientras se va consumiendo a sí mismo, a medida que va desprendiéndose de las palabras que dicta a un discípulo; así mismo, este deglutirse también se verá en la circularidad con el entomólogo Endo Hiroshi quien pasa a llamarse Hiroshi Endo, aludiendo a esta espiral textual.

Este catoblepas textual también será construido en la unidad de la narración, a través del estadio confuso en el que se debate el entomólogo al comenzar el cuento, ya que es una acción que ocurre luego del último aparte de dicha narración, cuando el entomólogo decide ir a cazar insectos luego de haberse comido el estómago del insecto hallado.

El estadio intermedio entre el sueño y la vigilia en el que Endo Hiroshi siente “la voracidad incontrolada de su propio estómago” alude a ese pendular entre dar sentidos (que radicaría en comer insectos, en la parte final del cuento) y el estadio de lo impersonal que estaría en la voracidad del estómago (punto inicial de la narración).

Disecado: las huellas del golem y sus mil máscaras

Si se pudiera elegir un precursor —a la manera que explica Borges, pero también en un sentido retroactivo— para el libro Disecado, este sería el libro de Kafka La metamorfosis.Pues leer de una manera kafkiana es posible con el libro de Bellatin, así como proponer ecos bellatinianos en la obra de Kafka.

Por ejemplo, la metamorfosis de Gregor Samsa vista desde la obra de Bellatin imprimiría a dicho texto múltiples metamorfosis, rasgo que se explica muy bien en el epígrafe a este libro hecho por Margo Glantz: “El único error de Gregor fue haber experimentado tan sólo una transformación”.

La obra Disecado de Mario Bellatin se compone de la narración que da título al libro junto con “El pasante de notario Murasaki Shikibu”. Ambas propuestas reflexionan sobre la representación y la identidad. Desde el inicio del libro se presenta ya esta idea con el uso de la cualidad de lo disecado. Se comprende la ambigüedad entre lo que exhala vida, pero es materia considerada muerta; sin embargo, esta imagen se complejiza porque esta cualidad de lo disecado será fácilmente intercambiable por lo considerado vivo.

Es, siguiendo esta cualidad de lo disecado, la que se explora en una puesta en escena desarrollada con perros adiestrados para permanecer inmóviles; estos son reemplazados por figuras de madera, perros disecados o se deja el espacio vacío. También se utilizará esta imagen del perro amaestrado en una puesta en escena donde permanece inmóvil por un tiempo prolongado y, luego, salta al público manteniendo una posición agresiva.

En estas situaciones anteriores se difumina la noción entre real y ficticio aludiendo a la capacidad de crear geografías íntimas que dotan de un sentido provisional al ser. Se da así un cuestionamiento frente a la inmovilización de la vida, que estaría caracterizado con lo disecado.

Y es que una de las ideas que resalta el libro Disecado es lo mudable de la identidad, ya que al abrir con un hombre narrando desde su habitación —más específicamente desde su cama—. El lector va siendo testigo de que el personaje se transforma de musulmán, a derviche, a un hombre anciano y que es referido sucesivamente con la expresión “Mi Yo”, las letras “ET” y el nombre “Mario Bellatin”, planteándose a través de esto una relación entre la identidad y un sistema lingüístico que la representa y la dota de sentido.

Intervención digital. Un derviche llamado ¿Mi Yo?. Karen Farfán Ospina. 2018.

En Disecado el personaje de ¿Mi Yo? se metamorfosea luego, en el de “ET”, juega con la representación (que irá enlazando con una correspondencia a nivel de lenguaje) en la medida en que va mudando mientras la narración continúa. Un individuo que proyecta la idea de Sloterdijk, al no ser dueño del “ser” o de su identidad, sino que se acepta como un “vecino del ser”.

Las grietas de las palabras y su escenificación

Finalmente me gustaría señalar cómo en otras obras de Bellatin relacionadas tanto con la metamorfosis del yo como con la idea de provisionalidad; de los personajes que escenifican tanto la ambigüedad de lo vivo/muerto como del personaje que exhibe ciertos rasgos (o ausencias) como parte de esta mutación narrativa.

Intervención digital. Escenario múltiple de los diez mil libros de Bellatin. Karen Farfán Ospina. 2018.

Esta ambigüedad en lo escénico de lo vivo/muerto puede ser rastreada al libro Efecto invernadero. Allí el personaje central ha decidido crear una atmósfera alrededor de su muerte, y esta se dará en la disposición de los objetos: los zapatos en un determinado lugar, la cama en cierta posición, un poema escrito en un vidrio y una característica bastante particular: quien asiste a dicha escenificación debe encontrarla en el halo de la vida/ muerte pues su cuerpo tiene que estar tibio.

Vemos cómo desde este rasgo del libro Efecto invernadero se va planteando una volatilización y cuestionamiento sobre los límites estrictos de lo vivo y lo muerto y cómo estos límites se ven teatralizados y escenificados. Aquí hallamos un rasgo en el que Efecto invernadero converge con la propuesta teatral de los perros inmóviles del libro Disecado.

Otro de los recursos que podemos anotar es el uso de la hiperbolización o ausencia de una característica de lo humano que debería ser lo natural. Como expone Alfonso Nava en Salón de anomalías, los libros de Bellatin proponen una atmósfera enrarecida debido a la presencia de algo anómalo como en La clase muerta y Shiki Nagaoka: una nariz de ficción.

En el primero, Mishima aparece como un personaje sin cabeza que camina entre las conferencias donde se discute sobre su obra. Tenemos, con este tratamiento, una aproximación a esa mutación encarnada no sólo en la omisión de un rasgo natural, sino en una extensión de esa teatralización de la identidad que ya apuntábamos anteriormente.

En Shiki Nagaoka: una nariz de ficción, se interrogan los límites entre ficción/realidad desde la narrativa. Aquí se dará con la hiperbolización del tamaño de una nariz como la recreación de fotografías que aluden a esta particularidad del personaje. Una vez más notamos cómo este escenario es explotado según la posibilidad y la provisionalidad del sentido, teniendo una contaminación del espacio textual a una realidad próxima —que también se evidencia como creación del individuo—: la nariz sumamente grande dota a la realidad de una connotación artificial.

Podemos seguir anotando otro rasgo que Bellatin maneja dentro de sus obras: la utilización de una escritura que se autorreferencia y se acota. La autorreferencialidad estará dada en la inserción de escenas de libros anteriores dentro del escenario textual de otros, ya sea a través de la alusión directa o la incorporación al nuevo texto. Ejemplo de esto es la mención del masajista del metro de Damas chinas dentro del Libro uruguayo de los muertos o la inserción de la escenificación de los perros que empieza en el libro Perros héroes y es retomada en Disecado.

Esta misma escenificación la veremos en la relación entre lo vivo/muerto al que alude Bellatin en su libro Salón de belleza; ya que allí el espacio de una peluquería que ostentaba grandes peceras pasa a ser un lugar llamado El Moridero donde se da espacio a personas infectadas.  Los peces utilizados por el dueño de la sala de belleza se vuelven el correlato de las propias vivencias de los enfermos que aparecerán posteriormente; un tratamiento de lo humano desde lo perecedero.

Intervención digital. Peceras perecederas. Karen Farfán Ospina, 2018.

Este carácter de lo teatral está también presente en Salón de belleza gracias al personaje central quien decide morir. Él decide volver a transformar el Moridero en la primera locación del salón de belleza; así se deja en tensión lo vivo con lo perecedero y la teatralidad como el mismo entramado de lo humano.

Junto con la utilización de listas como con el uso de repeticiones, se evidencia una vez más esta necesidad de lo cíclico con carácter mudable junto la reflexión de la textualidad: una narración que está lanzando constantemente interrogantes y que se acota a sí misma, buscando un lector que sea consciente de lo mudable como perecedero de su esfera.

Nos encontramos ante las orillas de la obra de Bellatin y tenemos un escenario textual que abre el polimorfismo del texto, pues allí la representación ha ocurrido en una acción que muta para señalarnos como personajes del Libro uruguayo de los muertos: somos un personaje más que se ha convertido en un derviche girador o un ser que utiliza la mortaja del papel para aceptarse como un vecino del ser. Ello significa un individuo que podrá explotar instantáneamente o cambiar la caligrafía que lo denomina y significa.

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