Arte, moral e imaginación según Pau Luque - MilMesetas

La relación entre las artes y la moral es, por decir lo menos, muy compleja. Nuestro entendimiento común de ambos dominios provoca que los coloquemos en mutua oposición. Pau Luque en Las cosas como son y otras fantasías (Anagrama, 2020), merecedor del 48° Premio Anagrama de Ensayo, se propone explorar las vicisitudes del juicio moral en el arte. Las posiciones que en un principio Luque examina son aparentemente dispares y enuncian un dilema: ¿Absolución o condena?      

Portada de Las cosas como son y otras fantasías (Luque, 2020).

El tribunal de la razón estética

A veces, primordialmente influidos por nuestras preferencias, declaramos que el arte se encuentra exento del juicio moral, pues pensamos que las obras de arte son las más valiosas expresiones de nuestra libertad, esa autonomía absoluta que escribe sus propias reglas en virtud de performar la realidad que habitamos y de ese modo crear mundos cuya complejidad sólo es comprendida por los más aptos. Consideramos que La Moral, una idea rancia engarzada de buenas costumbres que abrazan una sociedad ideal sin violencias —por eso que muchos necios se empeñan en llamar lo políticamente correcto, lo que sea que eso signifique—, no tiene cabida en el arte porque restringiría la libertad del artista para hacer su voluntad.

En otras ocasiones, generalmente motivados por nuestro desprecio, juzgamos que las obras de arte han ceñirse a nuestras ideas de moralidad, ya que transgredir el cerco de lo moralmente aceptable puede traer como consecuencia dañar la susceptibilidad de terceros, encarnados en su mayoría por grupos sociales históricamente vulnerables cuyos miembros han sufrido lamentables injusticias que han lacerado sus vidas, cuerpos y costumbres. Argumentamos que La Libertad, ese concepto metafísico de liberales ignorantes de las condiciones de existencia concretas —a partir de las cuales los mártires de la moral decretan si alguien goza o no de privilegios, cualquier cosa que esto signifique—, debe limitar la voluntad de los artistas con el fin de no dañar susceptibilidades.

Imagen recuperada de: https://www.uniradioinforma.com/noticias/mexico/531032/se-resolvieron-mas-de-un-millon-de-casos-en-tribunales-en-2017-inegi.html

Nos encontramos ahora en una posición incómoda: ¿Respetamos la obra del artista pese a que es abiertamente racista, misógina o clasista? ¿Qué pasa si una canción, película o novela retrata explícita o implícitamente actitudes despreciables en nuestras sociedades? Navegamos entre la culpabilidad y la inocencia, entre el indulto o la cancelación —mejor conocida hoy en día como funación—.

Para Pau Luque, el dilema que hemos tejido en los foros públicos de discusión —como los periódicos, la televisión, los blogs de Internet y las redes sociales— termina por transformar esos espacios en tribunales donde el juicio moral se convierte en un juicio penal o criminal. Revisemos lo que dice el autor: “Los veredictos judiciales son unívocos y son presentados de manera perfeccionista —‘culpable o inocente, ‘absolución o condena’— por una serie de necesidades históricas y conceptuales propias del derecho penal y del derecho público” (Luque, 2020, Introducción).

En consonancia con el planteamiento, Luque defiende que la condena o la absolución moral del arte es un falso dilema que enmascara la complejidad de nuestra vida moral y la riqueza del arte como una forma de construir y organizar mundos y experiencias. El autor cuestiona: “¿Por qué querríamos copiar ese modelo para el juicio moral si la vida moral, a diferencia de la judicial, obedece a otras circunstancias históricas y conceptuales? Y, sobre todo, ¿por qué querríamos un modelo así de empobrecido y burdo para juzgar al arte?” (Luque, 2020, Introducción).

Cabe aclarar lo siguiente desde el principio: la posición de Luque no implica justificar la conducta de artistas deleznables. Cuando un artista comete atrocidades, debe hacerse responsable de sus acciones y ser juzgado por el derecho penal ante un tribunal, que no quepa duda alguna. Sin embargo, la cuestión con el trabajo del artista es un poco más complicada. Es deseable, por supuesto, censurar la obra en cuestión debido a que, probablemente, ésta se encuentre plagada de propaganda hacia acciones deleznables. El arte infame, aunque retrate situaciones despreciables, no profundiza en nuestra vida moral, sino que intenta validar, sin éxito, actos horribles. Pese a ello, la censura puede alimentar las fantasías de los fascistas, quienes creen poseer la única verdad y que por esa razón son perseguidos. El propósito de Luque es combatir ese arte infame hablando del buen arte. El propósito de su ensayo es construir un aparato categorial que sirva para aproximarse al arte desde una perspectiva moral que no anule su inherente profundidad —considerando, desde luego, que sólo el buen arte es aquel que puede cuestionar y reformar nuestra vida moral—.

Presos entre las mieles de un artista

Luque no pretende negar la existencia del arte infame o despreciable, aquel cuyo atractivo y atención yace en plasmar o legitimar conductas repugnantes, como violaciones, pederastia o segregación racial. Tampoco busca guiar nuestra atención a esas favolette con lecciones morales digeridas, como es el caso de las cursis películas adolescentes y familiares. Todo lo contrario: Las cosas como son y otras fantasías tiene por finalidad distinguir el arte infame y las favollete de las obras que interrogan, cuestionan y dimensionan nuestra vida moral. El buen arte, el arte himenóptero expresa el autor, “nos hace conscientes de eso que Shakespeare llamó, en Hamlet, los lunares de la libertad: los múltiples caminos y aberraciones que puede tomar el libre albedrío humano” (Luque, 2020, cap. 4).

Imagen recuperada de: https://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2017/12/20/mexico-desperdicia-produccion-miel-abeja/

Explica Luque que los artistas himenópteros trabajan con una materia prima: la imaginación. Lo anterior no significa que los artistas no-ficcionales no acudan a la imaginación de vez en cuando para hilar los hechos narrados o representados. Todo arte es imaginativo, eso es un hecho, porque la imaginación permite dimensionar la realidad en todo su esplendor. Los seres humanos no sólo somos autómatas que registran datos y efectúan observaciones detalladas; somos seres plurales que, gracias a nuestra imaginación, organizamos, significamos y comprendemos la experiencia en una cantidad indefinida de maneras.

No obstante, la imaginación no es una facultad limitada a rellenar los huecos de nuestra experiencia. Ella nos alumbra el más ambiguo de los hechos: el hecho imaginado. Lo que pone en relieve el artista himenóptero es que la imaginación construye los mundos que habitamos en una novela, una película y en nuestras vidas. Leamos a Luque: “La imaginación funciona según la regla del res ipsa loquitur: deja que los hechos hablen. Es decir, funciona sin reglas. El arte imaginativo sería el reflejo más refinado y concreto de la arbitrariedad con la que los átomos bailan y se rozan” (Luque, 2020, cap. 2). Precisamente, ese arte es himenóptero por esta razón: nos hace discurrir entre las mieles de los hechos y lo imaginado.

Imaginarnos siendo otros

A lo largo de su ensayo, Luque navega en la obras de algunos de sus —nombrados así por el mismo autor— héroes y heroínas. Se ocupa primariamente de tres de ellos: la música de Nick Cave, la Lolita de Vladimir Nabokov y de Iris Murdoch y su obra El mar, el mar. Aunque corresponde al lector dejarse instruir por Luque en el examen de la obra de esos artistas, puedo aducir que todos ellos guardan un rasgo en común: son autores himenópteros en la medida en que nos develan el mundo de la otredad, el más desconocido para todos.

Murder Ballads (1996) de Nick Cave.
Imagen recuperada de: https://www.discogs.com/Nick-Cave-And-The-Bad-Seeds-Murder-Ballads/release/370564

La imaginación cimienta la alteridad en su máxima expresión: la capacidad de ser otro. Acceder a los otros conlleva entender mundos morales desconocidos, entramados y redes de acciones, conductas y justificaciones diferentes. De esa forma es posible hablar o plasmar la maldad humana sin condenarla ni absorberla. El arte permite comprender prácticas abominables porque el autor y el espectador se imaginan a sí mismos como autores de esas atrocidades. Expresa Luque “Al proyectar versiones hiperbólicas de nosotros mismos , la imaginación hace surgir, como la ola que devuelve el cadáver de un ahogado a la plata, nuestras jorobas morales: «Se comprende la maldad porque incuba en uno mismo», dice Fadanelli” (Luque, 2020, cap. 2).

Portada de El mar, el mar (2019) de Iris Murdoch.
Imagen recuperada de: https://www.megustaleer.com/libros/el-mar-el-mar/MES-009763

Pero reza el viejo dicho: comprender no es justificar. Que seamos capaces de imaginarnos como seres malvados no implica que justifiquemos conductas viles ni mucho menos conlleva cometerlas. No tenemos que estar de acuerdo con lo que pensamos, sentencia Luque. 

La portada más apropiada para Lolita (Nabokov, 2018).
Imagen recuperada de: https://www.elsotano.com/libro/lolita_10534286

Cave no intenta legitimar los asesinatos que narra en Murder Ballads. Tampoco Lolita debe interpretarse como un ejercicio que Nabokov emprende para justificar la pederastia. Y ni por asomo Murdoch intenta que empaticemos con el egoísta Charles Arrowby, protagonista de El mar, el mar. Lo que estos tres artistas himenópteros buscan es imaginarse siendo otros; imaginarse siendo atroces, malvados y egoístas. Sumergirnos en la comprensión moral de la maldad supone imaginarnos siendo malvados. Y el arte, a través de la imaginación, es la entrada para conocer la maldad encarnada en las letras, en la música y en las pinturas. Mundos atroces que, lamentablemente, no dejan de existir ignorándolos.

¿Absolución o condena?

Las cosas como son y otras fantasías es un libro imprescindible para todo lector que busque comprender la complejidad moral del arte, la imaginación y cómo es que eso impacta su vida. El extraordinario estilo ensayístico de Luque hace comprensibles los temas para el lector inexperto en filosofía moral y estética —como es el caso del autor de esta reseña—. También considero que las categorías propuestas en el ensayo, y de las cuales hemos hablado brevemente, son fecundas para el análisis de una vasta variedad de expresiones artísticas.

Nuestro autor por ningún motivo pretende quedarse con la última palabra sobre los asuntos con los que trata y es muy sugerente con el lector para animarlo a que investigue por su cuenta. Actualmente, pese a la incertidumbre que nubla nuestras vidas, es menester hacer más cuestionamientos que afirmaciones. Y Luque es consciente de que, sobre todo en el arte y en la moral, las certezas perecen y que las preguntas continúan. Definitivamente, aunque el autor se encuentre en desacuerdo conmigo, hablamos de un ensayo que vale la pena absolver de toda condena.

Pau Luque (2020).
Imagen recuperada de: https://elpais.com/espana/catalunya/2020-09-15/el-complejo-pulso-entre-moral-y-ficcion-da-a-pau-luque-el-premio-anagrama-de-ensayo.html

Por último, le recomiendo a usted, apreciable lector, que no hace falta salir de su casa para obtener el libro. Buscando en Internet me percaté que está agotado en varías librerías. Así que le recomiendo leerlo en Kindle o en algún e-book que le sea conveniente, se encuentra a un precio bastante accesible para ser un libro de novedad. 

 

Bibliografía

Luque, Pau. (2020). Las cosas como son y otras fantasías. Moral, imaginación y arte narrativo. Anagrama: Barcelona.

Post Scriptum: La presente reseña es mi primera publicación en MilMesetas en la que no hablo de videojuegos y filosofía. Y la razón es sencilla: durante el 2020 tuve la oportunidad de jugar la franquicia de Red Dead Redemption y The Last of Us Part II, dos videojuegos que sacudieron por completo mi vida y el entendimiento que tenía de los videojuegos, el arte y la filosofía. Mi juicio terminó tan nublado que opté por descansar mi pluma y meditar en torno a ellos. Afortunadamente, encontré en Las cosas como son y otras fantasías de Pau Luque el enfoque y el aparato categorial que colmaría mis intuiciones e inquietudes. Querido lector, espere en los próximos días los análisis correspondientes de ambos videojuegos.

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