Juana Molina: un escenario de neón que late folk, indie y contemplación - MilMesetas

Un haiku en un vaso de neón, una voz femenina lo lee, luego lo canta, lo fractura en cada comisura de sus labios, convierte los grafemas en agujeros de sentido, ya no sabemos qué queda del haikú y qué son colores eléctricos que se balancean de un lado a otro, eso es Juana Molina y su disco “Halo”. La contundencia de un instante que se dilata mientras va suavemente rodeándote, apoderándose de ti.

Es un trance. Es una ceremonia. Es hipnosis.

 1 playlist y 12 fragmentos sonoros

Un fémur con mirada es la carátula de “Halo” el séptimo álbum compuesto por Juana Molina, música argentina, en el que ofrece al oyente una experiencia sonora que mezcla la electrónica, el folk, y el indie pero también, lo oscuro, críptico, sagrado y onírico de una propuesta tan fresca como experimental.

El título del álbum “Halo” se basa en aquel fenómeno donde tras un entierro aparece una luz, este hecho ha sido explicado como la inflamación de componentes, como el fósforo o el metano, que ligados a un proceso de putrefacción producen la llama azul conocida como fuego fatuo; pero sin duda otras explicaciones rondan lo sagrado y mágico, donde esta luz mala representa a un ser que persigue a los vivos para robarles su vida, o son espíritus que vagan en lugares pantanosos o cementerios.

Ambas explicaciones delinean un hecho curioso y extraño, basta pensar cuan misterioso escenario sería para un visitante que desconociera este hecho, y viera de pronto una luminosa llama encendida flotando sobre el agua, ese halo de extrañeza es perfecto para denominar un álbum que explora la presencia orgánica de los elementos naturales a través de atmosferas llenas de lo sagrado y mágico. Pareciera que Molina nos tiende algo tan primitivo como un fémur para que nos sirva de canal para escuchar aquella única música del universo, como dirían los pitagóricos.

Juana Molina

«Paraguaya»     3:44

 “Quemarás la ruda
Preparas la poción
Y en noches de lunas
Repetirás la oración”

“Halo” abre con una de las figuras más tradicionales y populares de Paraguay, el Payé o Paje en guaraní, quien es médico, brujo y médium, figura chamánica que acompaña esta historia de encantamiento.

Además la luna y el brebaje de ruda movilizan la salmodia de esta cantante, que busca un enamoramiento, pero al lograrlo: “pronto yo, ni lo miro, está embrujado y yo ya no lo valoro” luego, narra el revertir de la estratagema, ocurrido esto ella vuelve a su situación inicial “embrujada soy yo”.

Esta figura del payé es una creencia popular del Paraguay, y se relaciona con la añoranza y la necesidad de la tierra de la provincia de Corrientes. Elementos que se relacionan con la escena que presenta Molina, una modulada por una voz que va transitando las curvas de intensidad de la historia.

La planta de la ruda que se usa para fiestas que consagran la tierra, así como la presencia del arte mágico parece aludir más allá de un hechizo, a uno de los elementos más íntimos del ser humano: lo sagrado, y es que la canción con su tempo sosegado y envolvente nos invita a un ritual, a reconocer eso primitivo que se acerca a los elementos naturales, la invocación y la palabra, a recordar el fuego como mencionaría Agamben, para poder volver a un fuego que hemos perdido, parece que acá Juana recupera ese fuego de lo sagrado.

«Sin dones»      5:41

Salimos de la primera canción para seguir con Sin dones, con una tranquila y melodiosa canción que va creciendo a un sentir más dinámico, que media entre la intensidad con la que pudo iniciar el álbum, en ella Molina nos presenta una voz que reconcilia y recuerda sucesos infantiles, así como la propia reafirmación de su ser: “Cuando al fin logré salir de mis confines”.

«Lentísimo halo»           5:24

Texturas escogidas, una voz que fragmenta lo que dice “ninguno como tú” es una voz que se vuelve un grafema de emoción. En Lentísimo halo se presenta un arreglo minimalista y cuidado, donde importa cada disposición del silencio y de cada una las sílabas, todo escogido de una manera puntual y poderosa.

“Y ese halo
En forma de rombo
Te espero entre las piedras del fondo
Quiero mostrarte
Lo que escondo”

Lo que produce Juana Molina aquí, es una suerte de concha acústica que podríamos describir con la explicación de Peter Sloterdijk, que plantea cómo buscamos madrigueras y esferas de música como reminiscencia de una conexión fetal, esta relación hace que establezcamos relaciones de ser con el otro a través de lo acústico: “En la casa sin paredes de los tonos, los seres humanos se han convertido en animales que se escuchan juntos. Sean lo que sean por lo demás, son comunardos sonosféricos.”.

Esa concha y madriguera acústica es la que experimentamos en Lentísimo halo, donde seguimos reconociendo esos hallazgos hacia lo más instintivo que ronda lo sagrado, con la atmósfera y un nombre que nos sigue recordando esa su antigua luminosidad.

«In the Lassa»   4:39

Aparece un grammelot subterráneo que conserva una impresión delicada, la voz se acopla a los bucles y mezcla de sintetizadores ambientales, resaltando los momentos de transformación y de cambio.

En el video de esta canción, acompañamos a Jane, un fémur que empieza un partida en un videojuego que se llama Las aventuras de Jane Bones. El hueso va saltando por un camino lleno de árboles, se encuentra un ser que encarna la historia del fuego fatuo, después ambos se fusionan, la escena se vuelve el momento de un ritual de iniciación, el hueso sigue, dejando al anterior ser solo convertido en un par ojos, mientras que ahora el hueso tiene un cuerpo amarillo.

Continúa y se topa con un nuevo combatiente al que derrota, después se encuentra entre escenarios de lava, donde sueña que se fragmenta y que se vuelve a fusionar, no tarda en aparecer una nueva simbiosis; ahora aparece un escenario lleno de cuarzos donde están los ojos abandonados del primer ser con el que se encontró, Jane, el hueso, le da una lata, y vuelve a tener un cuerpo, mientras que ella se despoja de su apariencia, los seres verdes la envuelven, hasta que se convierte en el mismo fuego verde que son ellos mismos, un ser diminuto le señala el siguiente escenario, se acaba la canción.

Esta canción y su video nos acercan a un tema que compone parte de la experiencia de lo sagrado y es el momento de la revelación, esta se suele asociar a rituales de por ejemplo transición, que son los que encarna el personaje del video de esta canción, ahora, lo fascinante de Juana Molina es presentar esta experiencia de lo sagrado a través de algo tan pop como lo es un videojuego, resaltando de una manera muy acertada cómo esta hierofonía sigue teniendo lugar en  el mundo contemporáneo, uno donde algo tan antiguo como la conexión sagrada, mediada por ritos, sigue perviviendo.

«Cosoco» 4:58

Cosoco es una canción que, si bien se alinea muy bien con el álbum, recuerda trabajos anteriores de Juana Molina, sonidos más rápidos, frenesí y cadencias vertiginosas.

En esta canción aparece nuevamente un hechizo, la voz alargada de Juana Molina hace renacer la historia de una manzana envenenada que es marcada por la onomatopeya “Cosoco”, que se vuelve lo que traza el escenario de un tema que sigue relacionándose con la magia y el encantamiento, ahora con un símbolo tan cargado simbólicamente como es el de una manzana.

«Cálculos y oráculos»   4:47

En Cálculos y oráculos aparece una voz dulce que dibuja un universo onírico e íntimo, esta tesitura mágica relata un oráculo que asegura que no hay “ni ermitaña, ni enamorados, tampoco extraño seres de horror, poetas no, ni luna de Byron, al menos hoy solo los dos”.

En él aparece una pareja que tiene la experiencia de un bosque que va mutando, hasta que se vuelve “en pánico rojo” que antecede un humo con el que finaliza la escena de la canción. En esta canción se resalta una experiencia relacionada con dos seres frente a la cambiante naturaleza, pero es una naturaleza que no es la de Byron como resalta, no es esa idealizada y portentosa como este poeta romántico describiría, sino es una agreste, salvaje y en movimiento, donde más allá de presunciones, hay una experiencia que podemos seguir vinculado con una hierofanía, que se vuelve parte de la secuencia musical, de las ondas degradándose, de las capas se siguen y zigzaguean en pura presencia.

«Los pies helados»   5:23

En Los pies helados se vuelve a presentar esta relación entre dos personas, lo particular es que se presentan a través de un amor que se basa en la acción de quemar ramas y luchar contra el frío, una relación que vuelve a rescatar el tema del ritual a través de una acción ligada a la renovación, así como a la relación, de nuevo, con la animalidad y a la naturaleza más pura, ya que más allá de cualquier cosa, ambos quieren alentar es la supervivencia del calor y de su vida.

«A00 B01»          4:30

En A00 B01, volvemos a un grammelot, donde los grafemas vaciados de convención capturan aquello ominoso, sagrado y epifánico que viene persiguiendo Molina con el tema mágico y místico en el álbum, en esta canción asistimos a un momento donde nos acercamos a la hipnosis o al trance de lo humano, asistimos a una voz que se vuelve un susurro, a una alargada entonación, así como a ese protolenguaje que de alguna forma nos abriga en lo más milenario de nuestro ser.

Fotografía: Vocalo

«Cara de espejo»           5:03

Enérgica y rápida es Cara de espejo, una canción que sigue jugando con el vértigo de la atmosfera, así como de los ecos y prolongaciones de grafemas, en esta escena se presenta una relación sobre la ilusión-realidad, en el que la cara se vuelve una proyección de una simulación, un testimonio de representar a través de la artificialidad.

«Andó»                3:50

En Andó aparece un sentir juguetón e inquieto, es una inquietud marcada por la ingenuidad o la sorpresa, la voz modulada inspira cierta dulzura, y si bien los sonidos parecerieran cercar una atmósfera enigmática, lo que más se proyecta es esa vitalidad e inocencia de la canción.

«Estalacticas»   4:53

El marcado contraste de la voz y la guitarra y la percusión en esta canción denota una tensión sobre un final entre dos personas, algo que ocurre, que está ocurriendo y dejará de ocurrir, hay una energía y una tranquilidad en conocer esa característica de lo efímero que no titubea para decir “Un día me olvidarás/ Un día te olvidaré”.

«Al oeste»         3:38

Para cerrar el álbum tenemos Al oeste una canción serena y luminosa que describe la puesta del sol, parece que el viaje hacia lo enigmático, profundo, extraño, místico ha dejado la sensación leve de haber sido parte de un reconocimiento de lo sagrado que conecta con aquello más humano, más animal y más desnudo, para quedarse allí, cantando al sol una vez más.

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