Guillermo Hurtado ante la filosofía mexicana - MilMesetas

Conversé con Guillermo Hurtado, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM a propósito de la publicación reciente de dos libros, El pensamiento del segundo Vasconcelos, del cuál es el autor, y Leopoldo Zea. Escritos de juventud 1933-1942, donde fungió como editor. Ambos textos pertenecen al sello editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México. En esta conversación el filósofo mexicano aborda cómo se ha construido la filosofía en México, pero también cuál es la situación actual de esta tradición en nuestro país. 

R. ¿Cómo se insertan estos libros en el trabajo de amplio aliento que usted ha estado realizando sobre la filosofía mexicana? 

G. Los dos libros surgen de un proyecto que comencé después de terminar La revolución creadora y que tiene como finalidad realizar una investigación sobre la relación entre la filosofía, la ideología y la política en México durante la década de los treinta del siglo XX. Mi propósito original era escribir un libro semejante a La Revolución creadora que comenzara con la elección presidencial de 1929 y terminara en 1942, año de la entrada de México a la Segunda Guerra Mundial.  

Empecé a trabajar y descubrí que el material era enorme. Me di cuenta de que para ocuparme de la década tendría que escribir un libro mucho más largo que La Revolución creadora. Para no perderme en el proceso, decidí emprender varias investigaciones independientes sobre el periodo. De aquí salen El pensamiento del segundo Vasconcelos, publicado en 2021, y Leopoldo Zea. Escritos de juventud, de 2020 Ambos libros son, por así decirlo, escalas de un viaje más largo.  

De Vasconcelos podemos hablar luego, ahora quisiera comentar algo sobre Zea. Sin imaginarlo, Lázaro Cárdenas le cambió la vida. La historia parece salida de una novela. Es impresionante cómo se entrelazan las vidas de Cárdenas y Zea, y cómo, gracias a Cárdenas, Zea puede convertirse en filósofo. Esa historia me parece fascinante. En esa búsqueda encontré sus textos periodísticos de juventud, los reuní. Zea no tenía escondidos esos artículos, pero tampoco los sacaba del cajón. Encontramos en ellos a un Zea muy distinto del que conocíamos. No era estudiante universitario, era un muchacho trabajador con un activismo político muy valiente y en una línea de oposición al régimen, línea que yo califico de vasconcelista. Es decir, el joven Zea tenía una visión crítica de la política mexicana que se desprende del vasconcelismo de 1929. Mucha gente dice que Zea fue una creación de Gaos y lo que demuestro en este libro es que no es así: ya había un Zea antes de Gaos. 

R. Parecería que en su perspectiva en la década de los 30 la filosofía mexicana estaba llegando a una especie de maduración por sí misma, lo que contrasta con interpretaciones que ponen esa maduración en la llegada de los exiliados en el 39. 

G. La filosofía mexicana tuvo definitivamente un proceso de maduración propio, si se le quiere llamar así, o de profesionalización.  

La filosofía alemana aterriza en México en esos años, antes de que llegaran los emigrados españoles. El giro germano se encuentra en la obra de Caso, pero también en la de otros filósofos más jóvenes. Por ejemplo, en García de Mendoza que estudió la fenomenología e incluso a Heidegger. A Heidegger se le empieza a discutir en México, no sólo en las aulas, sino fuera de ellas, hacia finales de los años treinta. Por otra parte, estaba el neokantismo, impulsado por Larroyo y otros miembros de la escuela neokantiana. Ramos y García Máynez también promueven la filosofía alemana en ese momento. El libro de Ramos Hacia un nuevo humanismo está basado en la axiología objetivista de Scheler y de Hartmann. He llegado a la conclusión de que en esa década el gran referente germano, más que Husserl o Heidegger, es Scheler; pienso que todavía no se ha hecho justicia a la influencia de Scheler en el México de aquellos años. 

Ramos, García Máynez, Larroyo están muy informados de lo que sucede en la filosofía mundial, están al día, han viajado al extranjero. Ese proceso de profesionalismo se fortalece con la llegada de los emigrados españoles, podemos decir que se acelera, se apuntala, pero había comenzado desde antes. La década de los treintas es una de las menos estudiadas de la historia de la filosofía en México del siglo XX. Todavía hay mucho que aprender de ese periodo que fue tan importante, sobre todo hacia el final, porque se da una ebullición intelectual impresionante: hay revistas culturales de primer nivel.  

Una figura como Alfonso Reyes, por ejemplo, es muy importante para ese periodo. Reyes organiza la llegada de los refugiados de los españoles con la visión certera, de un gran administrador cultural. Supo cómo colocar a todos los integrantes del exilio español para beneficiar al país. 

R. Hubo inconformes. A María Zambrano no le gusto la educación socialista; no le gustó que la mandaran a Morelia y acabo yéndose a Cuba. 

G. Claro. Lo que pasa es que Reyes ubicaba a las personas no sólo según su criterio de qué era lo mejor para México, sino también de qué le convenía más a sus amistades. Sería iluso pensar que no había preferencias y lealtades en medio de todo esto. Tal es el caso de lo que le sucede a Joaquín Xirau. De todos los filósofos españoles exiliados él era más prestigiado el que tenía más obra. Una figura, en aquel momento, en 1939, más pesada que Gaos. 

Sin embargo, Reyes se inclina por Gaos y le dan a entender a Xirau que el interlocutor del gobierno mexicano con la filosofía del exilio sería Gaos. A Zambrano le consiguen trabajo, pero la mandan a Morelia, como a Sánchez Vázquez. Pero lo de Sánchez Vázquez se entiende: era un muchacho que apenas había publicado un libro de poesía, no era un académico. En cambio, podría decirse que a Zambrano la “castigan” al mandarla allá. Hoy en día la figura de Zambrano ha crecido enormidades, pero en aquellos años el juicio sobre ella no era el mismo. Reyes consultaba estas decisiones con Gaos. Estoy seguro de que la decisión de mandar a Zambrano a Morelia fue una decisión que tomaron los dos. La historia del exilio español tiene muchos vericuetos. ¿Qué habría pasado si Ortega y Gasset se hubiera exiliado en México? Otra cosa totalmente distinta. 

R. Decía usted que además de estos libros faltarían otros estudios. 

G. ¡Hay tantos otros temas! Por ejemplo, la figura de Lombardo Toledano me parece muy interesante. Cuando se busca a Lombardo en las historias de la filosofía en México, lo único que se encuentra es su polémica con Caso. Pero la introducción del pensamiento marxista en México pasa por Lombardo y no sólo eso, también es interesante su versión del materialismo histórico. Queda coja una la historia de la filosofía mexicana sin un estudio de Lombardo. 

También quiero estudiar más a fondo la obra de Ramos de ese periodo. Su labor periodística, por ejemplo, fue muy importante. Todos estos son proyectos que espero vayan saliendo poco a poco. 

R. ¿Cuándo hacemos la filosofía en México? Hasta hace algunas décadas todavía estaba la disputa, que por fortuna ya está superada, de si había o no filosofía en nuestro país. Pero luego el problema está en decir cómo encontramos esa filosofía. ¿Tiene que tratar temas en específico o cualquier tema que haya tratado alguien que haya estado en las circunstancias mexicanas ya podría considerarse como un objeto de estudio de esta rama de la historia de la filosofía? 

G. ¿Dónde buscar a la filosofía mexicana? Yo creo que hemos cometido el error de buscarla sólo en los libros de filosofía. Por ejemplo, si quieres conocer la historia de la filosofía en México del siglo XVII y sólo buscas en los libros de filosofía, es decir, en los tratados de catedráticos de la Universidad, te perderías a Sor Juana, ¡la filósofa más importante de ese siglo! Una de las aportaciones del trabajo de Carmen Rovira fue buscar la filosofía mexicana en lugares donde normalmente no se hubiera buscado y lo que hizo Rovira con el XIX también se debe de hacer con el XX. Como he intentado mostrar en mis investigaciones recientes, una buena parte de lo que se hizo en filosofía en México, sobre todo en la primera mitad del siglo XX, apareció en periódicos y revistas. Si no se hace una investigación hemerográfica de la filosofía mexicana en el siglo XX, no podremos entenderla a cabalidad. Por ejemplo, si no leemos los artículos periodísticos de Vasconcelos se nos pierden muchas cosas, entre ellas, su antisemitismo. Si buscas el antisemitismo en los libros de filosofía de Vasconcelos vas a encontrar muy poco. 

R. Tal vez intencionalmente no está ahí

G. Puede ser. Aunque Vasconcelos no cuidaba las formas en sus obras de filosofía. Nunca tuvo miedo de quedar mal. Como digo en mi libro, hay gente que escribe para no quedar mal con nadie, él escribió para quedar mal con todos.   

R. ¿Envejecieron bien las obras de Vasconcelos y de Zea? 

G. Desgraciadamente no. La filosofía de Vasconcelos ha sido ignorada en los medios académicos. El establishment de la filosofía mexicana ha sido muy hostil con él. Por ejemplo, cuando yo estudié filosofía, a Vasconcelos se le tomaba como una figura de segundo nivel, anecdótica cuando mucho. La raza cósmica era descrita con burla como “la raza cómica”. 

Si un alumno decidía hacer una tesis de Vasconcelos, ese alumno se colocaba automáticamente en el estrato más bajo de la carrera. Eso ha cambiado y espero que mi libro ayude a cambiarlo todavía más. Hay cosas muy interesantes en la filosofía de Vasconcelos, ideas realmente originales, valiosas. Lo dijo Octavio Paz: “el hombre más grande del siglo XX en México es Vasconcelos”. Estoy convencido de que, dentro de doscientos años, Vasconcelos seguirá apareciendo en cualquier libro sobre la historia de la filosofía en México.  

R. ¿Y Leopoldo Zea? 

G. Zea fue un pionero en muchas cosas. Fue el primer filosofo cien por ciento profesional que tuvo México. Se doctoró rapidísimo; tuvo una carrera académica deslumbrante, brillante. Viajó por todo el mundo. Fue el primero en formar una red latinoamericana de filosofía; viaja por Argentina, Uruguay, Chile, Perú y arma una red internacional. 

Fundó una disciplina que es el latinoamericanismo. Fue el filósofo mexicano más conocido en el mundo, después de Vasconcelos. No se olvide que Vasconcelos, después de la Segunda Guerra Mundial, era el filósofo más importante de América Latina; cuando la gente pensaba en la filosofía en América Latina, pensaba en Vasconcelos. Luego ese filósofo continental fue Zea. En el siglo XX, los dos filósofos más importantes de América Latina fueron mexicanos: primero Vasconcelos y después Zea. Sin embargo, la figura de Zea se fue eclipsando al final de sus días. La gente ya no lo tomaba en serio. Se le reprochaba que se repetía mucho. A mí me parece que esta acusación no es del todo correcta. Habría que hacer un estudio más fino de su filosofía que nos permita ver que en el ritornelo hay variaciones interesantes. 

De cualquier manera, nadie puede negar la importancia de Zea. Sin Zea no hubiera habido filosofía de la liberación; no hubiera habido decolonial studies. Zea es el gran pensador anticolonial de América Latina, junto con Fanon.  

Imagen:http://www.cienciamx.com/index.php/ciencia/humanidades/21158-guillermo-hurtado-siglos-filosofia-mexicana

R. Para concluir… ¿En qué está la filosofía mexicana ahora? Hemos hablado de cómo se ha ido construyendo en las décadas anteriores, cómo fue profesionalizándose, cómo fueron apareciendo las grandes voces. Pero ¿cuál es su estado actual? 

G. El estado actual de nuestra filosofía es de cierto desorden. En el siglo anterior tuvimos grandes organizadores de la disciplina, como Ramos, Zea y Salmerón, que planearon cómo fortalecer a la filosofía mexicana hacia adentro y cómo proyectarla hacia afuera. Nos falta gente que haga ese trabajo hoy en día. Como resultado, la filosofía mexicana se ha ido marginado, ha perdido protagonismo. Tenemos que administrar mejor nuestra filosofía en términos estratégicos e incluso de geopolítica académica.  

En el siglo XX la filosofía mexicana fue muy productiva, creativa, innovadora, pero ahora ya no marca caminos como antes. Por ejemplo, el pensamiento sobre América Latina, que inventó Zea, ahora se practica con categorías que no tienen que ver ni con Zea ni con la filosofía mexicana.  

Por fortuna, en Estados Unidos hay un grupo de filósofos méxico-norteamericanos que están estudiando la filosofía mexicana, la están enseñando en los departamentos de filosofía y que, sobre todo, la están explicando a los millones de compatriotas que viven allá y quieren conocer el pensamiento de su patria de origen. Ese movimiento me llena de esperanza. 

El siglo XX fue el siglo de oro de la filosofía mexicana. Ahora, en el XXI, podemos rescatar algo de esa riqueza; pero ello supone una recuperación crítica del pensamiento de autores como Caso, Vasconcelos, Ramos, Uranga, Zea y Villoro. Si no recobramos ese legado, la filosofía mexicana estará condenada, cada vez más, a la marginación y a la redundancia. 

Foto de portada: http://revistamaquina.net/la-filosofia-es-una-acompanante-de-la-vida/

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