Sobre la necesidad de actualizar la filosofía
Corría el año de 1999, el internet comenzaba a expandirse por el mundo a una velocidad de 64 kbs (0.5% de la velocidad promedio actual). Google aún era una pequeña empresa de garaje. Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y las demás redes, hoy dominantes, no figuraban en un mundo que tenía a LatinChat como el mayor paradigma de la interconectividad en español. Asimismo, el Tamagochi y el Gameboy color eran la punta de lanza en el entretenimiento portátil. El PRI llevaba 71 años ininterrumpidos en el poder; Bill Clinton presidía la Casa Blanca y la República Federal de Yugoslavia se enfrentaba a la OTAN en la Guerra de Kosovo. Por otro lado, en ese mismo lejano y convulso año, la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM realizó su ultima gran modificación al plan de estudios de la carrera de Filosofía.
En efecto, el plan de estudios (aún vigente) de la licenciatura en Filosofía tiene poco más de 21 años de antigüedad. Es decir, algunos de sus actuales alumnos aún no nacían y la carrera ya tenía definida gran parte de su estructura presente. Sí, estoy consciente de que el plan ha sufrido varias y continuas modificaciones menores a lo largo de las últimas dos décadas; Por lo cual, de la misma forma que el río de Heráclito, no podríamos decir que el programa académico es el mismo. Sin embargo, y a pesar de todos sus cambios, sigue siendo, en esencia, un plan de estudios del siglo pasado, pero ¿A qué me refiero con esto?
Antes que nada, permítanme hacer patente mi admiración por las carreras de humanidades en general y por la carrera de Filosofía en particular, pues, pese a las grandes presiones del sistema actual, no se han entregado abiertamente al delirio moderno de responder exclusivamente al presente. Me parece sumamente loable la tarea de seguir respondiendo a estándares y valores humanos que van más allá de la inserción laboral, la productividad ramplona y la demanda empresarial. Sin embargo — discúlpenme mis queridos exprofesores — Sócrates no lo es todo, la filosofía, en algún momento, tiene que hablar de su actualidad.
La filosofía lleva unos años metida, casi escondida, en las instituciones académicas, pensando y repensando sus problemas, sus teorías, sus autores, rumiando las ideas y sacando tratados y artículos que parecen hablar de otros tiempos y de otras vidas. En otras palabras: la filosofía ya estaba en cuarentena, mucho antes de que el COVID llegará a nuestras vidas.
Desde la sana distancia, los filósofos se han abstraído de este mundo fluctuante para seguir pensando las teorías y los hitos epistémicos del pasado. El mapa curricular de la UNAM no es más que un ejemplo paradigmático del plan de estudios del cual participan todas las otras instituciones que enseñan filosofía en México: la UAM, la UAQ, la UACM, la BUAP, la UDG, la Ibero, la UP, el ITESO, etc., pues, a pesar de sus variaciones institucionales, siguen teniendo un núcleo duro, inalterable y análogo que sigue pensando más en el pasado que en el presente.
Con algunas excepciones, la filosofía se estudia y se enseña a través de su devenir histórico occidental, paralelamente se añaden algunas materias de las ramas principales de la filosofía (metafísica, filosofía política, ontología, estética, ética, lógica, etc.), en las cuales usualmente se revisa sólo a los autores canónicos, que, en muchas ocasiones, coinciden con el avance temporal del semestre correspondiente. En ese sentido, se crea una especie de burbuja temática que dificulta el acceso, por un lado, a lo distinto y, por el otro lado, a lo actual.
En general, casi todos los planes de estudio son un reflejo de las luchas entre los grupos docentes que se reúnen alrededor de estandartes temáticos y que buscan mantener sus filias entre la formación obligatoria. Sin embargo, a diferencia de otras carreras, en donde los temas y autores actuales se han abierto paso entre las materias obligatorias, en el caso de los estudios filosóficos, todo tema no canónico sigue siendo un elemento relegado a la periferia de las materias optativas.
De este modo, son muchos los egresados de la carrera de Filosofía que salen al mundo laboral pensando en los temas y los problemas del siglo pasado. Por ejemplo, basta ver que las materias obligatorias del último año de la carrera inician en siglo XIX para hacer patente el gran problema en el que estamos inmersos: los egresados de filosofía acaban su carrera reflexionando sobre las ideas de inicios de 1900 o, si les va bien, las ideas de los 60’s y los 70’s.
Además, a diferencia de otras carreras en las que las especialidades, maestrías y doctorados pueden ser una buena forma de actualización. Los posgrados en Filosofía son muchas veces un ejercicio de sobreespecialización, en donde lo único que se renueva son las referencias secundarias sobre los mismos temas del pasado.
Así, el egresado de Filosofía, a menos que haya recorrido los vericuetos de su plan de estudios, sale a la interpretación de su mundo desconociendo elementos fundamentales que lo componen: el pensar latinoamericano, el africano y el oriental. Igualmente, en términos temporales, el egresado desconoce en gran parte del estado actual de las cosas, especialmente en los ambitos de la tecnología y de su importancia con la conformación de nuestra realidad.
En ese sentido, el egresado no ve otros posibles campos laborales más que los ya existentes, se autoselecciona y se restringe a lo ya establecido. Así, aun cuando alcance el sueño idílico (y cada vez más complicado) de vivir de la docencia o la investigación, su ejercicio académico será casi igual de segado que el de sus antecesores, pues, del mismo modo que el angelus novus, nuestros egresados parecen sólo ver el pasado.
De esta manera, cuando el egresado de Filosofía analiza el presente, en su mayoría lo hace desde las categorías del pasado, circunscribe y moldea lo existente para adaptarlo a sus ideas, en una especie de giro copernicano; pero en el que, nuestro sujeto cognoscente sigue bajo la tutela del pasado. Así, sus analisis, aunque a veces sean funcionales, otras veces quedarán muy lejos de la realidad, pues en sentido estricto, desconocen el mundo que los rodea.
Por ejemplo, el filósofo de nuestros días, entre otras cosas, reflexiona sobre la producción del conocimiento, la relación sujeto- objeto, el empirismo, el idealismo, el racionalismo, el positivismo, etc., pero ignora la relación de la epistemología con el Machine Learning y las redes neuronales. Paralelamente, discute sobre hermeneútica, la idea de la poiesis y la mimesis, pero ignora las narrativas transmedia, los lenguajes de programación y su potencialidad en el análisis de textos, el text mining, el natural language processing, entre otros.
Igualmente, el filosofo reflexiona sobre la política, la lucha de clases, la enjanación y la alienación; pero le son ajenas la teoría redes, la economía del comportamiento, el big data, y la idea de las humanidades digitales y todas sus posibles herramientas (reconozco que hay un par de excepciones que han hecho un gran trabajo por difundir las humanidades digitales, aún así siguen siendo unos pocos).
Asimismo, el egresado de Filosofía hace crítica continua de la modernidad, la posmodernidad, la técnica y los mass media; pero es indiferente ante las redes sociales y sus implicaciones epistémicas, ónticas, económicas y políticas y aun cuando voltea a verlas, en muchas ocasiones, da cuenta de ellas de manera superficial, únicamente traslada la crítica y el analísis de los medios de comunicación clásicos al “nuevo” campo virtual (de la misma manera que el profesor del sistema presencial, que sólo cambió su ejercicio catédratico a una plataforma virtual).
Igualmente, crítica con mano dura a cualquier político y cualquier administrador, pero, en términos reales, desconoce y menosprecia los procesos de gestión cultural, las políticas públicas y la difusión de la ciencia y la filosofía. Además, a todo ello hay que sumarle el sesgo eurocéntrico y machista con que se ha formado; por ejemplo: los paros feministas del año pasado señalaron contundentemente, entre otras cosas, que los planes de estudios de la UNAM carecen de perspectiva de género.
Con todo esto no pretendo decir que hay que dejar de estudiar a los grandes pensadores del pasado, ni que deberíamos eliminar su estudio. ¡No! El conocimiento del canon filósofico es importante y fundamental en la formación filosofica, pero esta formación no debe quedar aislada y ajena de la realidad, el ejercicio reflexivo debe ser actualizado y críticado. Lo que digo es que los programas de filosofía deberían someterse a una revisión y modificarse para que sus egresados tengan más opciones laborales y de estudio, así como una formación más robusta que les permita realmente cumplir con el anhelo de comprender y explicar su realidad.
Por todo eso, creo que es imperativo impulsar reformas y cambios en planes y programas de estudio de Filosofía, pero no sólo eso, también me parece fundamental abrir más espacios de discusión en donde los filósofos participen y hablen de estos temas periféricos en la formación académica.
Así, en lo que se abren las puertas de un posible debate que nos lleve hacia un nuevo plan de estudios de Filosofía, me parece que todos aquellos que tengamos la posibilidad de hacerlo debemos de generar espacios de discusión y reflexión filosófica que toquen temas de actualidad, para así mostrarle a todos aquellos que están estudiando filosofía, que la filosofía también se da en el aquí y en el ahora, pues debe estar a la altura de nuestros tiempos.
En ese sentido, la recuperación de un proyecto como Mil Mesetas me parece necesario (mas no suficiente) para que quienes nos sentimos cercanos a la filosofía podamos discutir, reflexionar y debatir sobre todos estos temas aislados de las instituciones, pero que son de suma relevancia para nuestro tiempo. Como bien mencionó Walter Benjamin:
“La verdadera destinación de una revista es hacer patente el espíritu propio de su época”.
Walter Benjamin
Un servidor utilizará esta plataforma para hablar de temas de tecnología y de redes sociales desde una óptica filosófica. Esperando encontrar resonancia en los lectores y poder reflexionar juntos estos temas tan importantes en nuestro tiempo.
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