Para Adrián Sebastián
Una de mis escenas favoritas de las películas de Marvel es la muerte de Ancestral en Dr. Strange. En ella, el novel hechicero supremo y su guía espiritual, en la interpretación de Tilda Swinton, observan una tormenta que cae sobre Manhattan. El cuerpo de la maestra se encuentra en la sala de operaciones, pero ella y Strange en forma astral miran desde la ventana las nubes grises y los relámpagos que viajan a través del cielo. El mundo parece estar en suspenso, la luz de los truenos ilumina sus rostros mientras un helicóptero está prácticamente inmóvil en el aire y mientras pequeños copos de nieve flotan en la atmósfera.
“El tiempo es relativo” le dice Ancestral a Strange, un tiempo que en la película se observa como un abanico de posibilidades que se abren y se cancelan a partir de nuestras acciones. Mientras dice las que serán sus últimas líneas me gusta la mirada de Ancestral que quiere capturar todos los detalles de una realidad que posiblemente no volverá a ver. Los ojos azules del hechicero se humedecen también mientras ambos intentan encontrarle sentido al misterio de la vida y la muerte, del tiempo y sus incógnitas que son en esencia última, y en esto Marvel coincide con los grandes filósofos del siglo XX, es lo que finalmente nos constituye.
He visto la escena una y otra vez intentando saber qué es lo que más me conmueve, si la atmosfera de un mundo en suspenso, si los ojos de Tilda Swinton que aun interpretando a un sabio que conoce los secretos del universo le da la mano a Strange para que la acompañe en esos últimos instantes, o bien, el diálogo íntimo y luminoso de los personajes ante el misterio del mundo. “No estoy listo”, le dice el hechicero a su maestra, “Nadie lo está”, ella responde antes de soltar su mano.

Para mí esta escena no tiene que ver sobre la muerte sino sobre el significado de la vida, una vida que en nosotros se da como la experiencia del tiempo y en el que atesoramos instantes de belleza a los que buscamos regresar una y otra vez para evitar que se nos escapen de las manos. Una colección de instantes que emergen como esferas luminosas de la rutina gris y en la que por algunos instantes sentimos que no estamos solos.
Compartir el tiempo. “No se trata de ti”, le dice Ancestral a Strange. Conforme la vida avanza, conforme la colección de momentos se incrementa nos enfrentamos a la posibilidad de que sean los últimos que capturemos porque no elegimos la duración de nuestro tiempo. Quedarán nuestras obras y lo que vivimos con los demás. Pero sobre estos temas no hay palabras que expliquen realmente nuestra condición existencial, tal vez sólo quede eso: observar la ciudad bajo la tormenta en la compañía de alguien que amamos.
Fuente de imágenes: Capturas de pantalla de la cinta Dr. Strange
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