De la incertidumbre
¿Tienen algo en común la incertidumbre y la posibilidad de imaginar?
¿Podemos saber qué pasará con dos cuerpos que caminan en sentidos encontrados? No estamos seguros de por qué están ahí o sí tienen algo en común. Sólo sabemos que el mundo es muy chiquito y que, a pesar de ello, dentro de él caben muchos relatos, dudas y posibles soluciones porque la incertidumbre es tierra fértil para la ficción.
Vivimos momentos en lo cotidiano que nos llevan a preguntarnos sobre las coincidencias de ciertos hechos en nuestra vida y la naturaleza de sus causas. La fotografía es una práctica que se nutre de la coincidencia y de la magia que emerge de lo habitual. Un extraordinario ejemplo de ello es el trabajo de Manuel Álvarez Bravo, notable por atraer al espectador revistiendo los paisajes cotidianos y por crear mundos afectivos únicos. Pone nuestra mirada en personajes anónimos del espacio público del México moderno haciendo encuadres en las contradicciones de la vida urbana con metáforas irónicas (1). En su obra están intrincadas emociones que no podemos definir con claridad, pero que nos hunden en la experiencia imaginativa.

1942
Manuel Álvarez Bravo
Imagen tomada de: https://collections.artsmia.org/art/2851/que-chiquito-es-el-mundo-manuel-alvarez-bravo
En la entrega anterior hablamos de la apreciación estética como una oportunidad para experimentar emociones y el hacer-creer emocional. Si bien teóricamente ha sido complejo precisar qué son las emociones, Rafael Bisquerra, por ejemplo, las describe como estados complejos del organismo caracterizados por la excitación o perturbación que nos preparan e impulsan a la acción. Las emociones son consecuencia y reacción a estímulos y acontecimientos ya sea externos o internos, actuales o pasados, reales o imaginarios, conscientes o inconscientes (2). Para António Damásio son programas complejos de acciones y cogniciones generalmente automáticas, configuradas de manera evolutiva. Tienen lugar en nuestros cuerpos e involucran desde las expresiones faciales y posturas, hasta los cambios en vísceras y el medio interno (3).
Lo cognitivo en la emoción
Los años sesentas dieron paso a las consideraciones cognitivas en la emoción como respuesta a la tradición conductista de contemplar unicamente las respuestas observables (motora y fisiológica). Se abrió una nueva manera de pensar el sentir y actuar humano. Richard Lazarus y Susan Folkman, psicólogos pertenecientes a esta corriente, sitúan a la cognición como el paso inicial del proceso emocional: en primera instancia, realizamos una valoración primaria de la situación percibida y entonces se desencadena tanto la respuesta fisiológica como la conducta. Esta valoración está llena de pequeños instantes de pensamiento, algunos no conscientes, que se encargan de revisar las consecuencias negativas o positivas que una situación puede implicar para nosotros. Posteriormente, se da una valoración secundaria donde recuperamos nuestros recursos adaptativos usados en experiencias pasadas para salir al paso de la situación (4). El afrontamiento es el resultado de estos dos momentos que nos acompañan en cada una de nuestras decisiones, desde las más comunes hasta las más singulares y repentinas.
La incertidumbre
La incertidumbre es descrita por Eduard Punset como un estado emocional. El divulgador de la neurociencia y la naturaleza de las emociones la identifica como aquello donde reconocemos un peligro en puerta que no podemos medir o prever (5). Ante la incertidumbre, podemos hablar de probabilidades, caminos y narrativas, pero ninguna de estas alternativas se muestra evidente y son difícilmente vislumbrables.
La incertidumbre es una experiencia emocional que detona la oportunidad de pensar el mecanismo cognitivo-emocional de Lazarus y Folkman. Bajo la teoría de la valoración, estaríamos en el plano de la oscuridad total ante la imposibilidad de saber si lo que va a suceder será negativo o positivo y, particularmente, al no poder definir con claridad cuáles son las estrategias y recursos que poseemos para poder afrontar una situación.
Qué chiquito es el mundo
En Qué chiquito es el mundo, Álvarez Bravo nos obliga a mirar al interior para buscar y descifrar lo que puede ser. En la imagen vemos a dos personas que al parecer coinciden. No sabemos si se conocen y están a punto de encontrarse o si son dos desconocidos que entrelazan sus caminos. Lo cierto es que su cercanía invita a imaginar. Los pasos de los cuerpos definidos por el alto contraste nos dejan al límite de la especulación y del deseo de que lleguen a cruzarse. Quizás poniendo un poco más de cuidado al mirar a la mujer percibamos que el ángulo de su rostro podría estar mirando hacia él. Sin embargo, en la trayectoria del hombre no cabe la duda, su marcha sigue un camino como una línea ya trazada que no se desviará. Al avanzar la escena unos segundos, como si viéramos un filme, podemos preguntarnos qué sucedería. ¿Es la aparente coincidencia de los eventos, de las formas o de los cuerpos lo que nos genera expectativas y decepciones? Historias de amor, encuentros fallidos, casualidades, momentos incómodos o la simple indiferencia. En la mente humana siempre cabe una ficción.
Referencias
(1) Tejada, Roberto. (2002) “Manuel Álvarez Bravo: Parábolas ópticas, materia metropolitana”, en Soler, J. F., de Watztein, E. G., García, M. R. G. Manuel Álvarez Bravo, Parábolas opticas. México, Distrito Federal: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
(2) Bisquerra, Alzina R. (2009) Psicopedagogía de las emociones. Madrid: Editorial Síntesis.
(3) Damásio, A. (2010) Y el cerebro creó al hombre ¿Cómo pudo el cerebro generar emociones, sentimientos, ideas y el yo? Barcelona: Ediciones Destino.
(4) Vásquez Echeverría, A. ed. (2016) Manual de introducción a la Psicología cognitiva. Montevideo: UCUR.
(5) Punset, Bisquerra & PalauGea, s.f. El Universo de las Emociones ¿Cuál es la diferencia entre riesgo e incertidumbre? https://universodeemociones.com/diferencia-incertidumbre-riesgo/
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