La noche desollada (oración por Sarah Baartman) - MilMesetas



El nombre de otros mares
[columna quincenal]

Un poema se abre ante la noche

“I’ve come to take you home –
home, remember the veld?
the lush green grass beneath the big oak trees

the air is cool there and the sun does not burn.

— Diana Ferrus, “A poem for Sarah Baartman” (2017).

En un reciente artículo de la revista Nexos, Rebeca Leal Singer dedica un poco más de mil palabras para re-cordar –volver a pasar por el corazón– “una de las víctimas más conocidas del colonialismo africano y el poema que la devolvió a la Sudáfrica posapartheid”. Es decir, un cuerpo y un poema, nacidos ambos en Sudáfrica, hermanos dolorosos. “La Venus Hotentote” es el nombre que le impusieron tan despectivamente a Sarah Bartmaan, una mujer sudafricana que fue robada de su aldea hacia 1800 para llevarla a Francia como esclava sexual y objeto de estudio de “la ciencia francesa”. Durante el siglo XIX fue considerada el eslabón perdido entre los chimpancés y los seres humanos. El discurso evolucionista de la supremacía blanca europea había encontrado un espécimen para justificar su racismo histórico y el colonialismo que aún sometía entonces a la mitad del globo terráqueo. 

La “compraron” y nombraron “tartamudo” en afrikáans. La llevaron a Inglaterra para ser parte de un freak show. Luego la obligaron a prostituirse en París tras perder su fama enjaulada. Murió probablemente de sífilis (o alcoholismo, no sabemos). Antes de ser disecada y mutilada para ser objeto de estudio de “la Ciencia” francesa, su cuerpo fue enyesado para dejar un molde: su esqueleto, su cerebro y sus genitales estuvieron expuestos junto en el Museo del Hombre de París, hasta finales del siglo pasado. Muchas décadas. Más de quince de hecho: a partir de una petición de Nelson Mandela en los noventa, sus restos fueron al fin repatriados en 2002 y replantados en su provincia natal. Años después, su tumba fue vandalizada. Ahora es un símbolo nacional de Sudáfrica.

El anti-Hegel (oración por Sarah Bartmaan)

Recibí la historia de Sarah, junto con el poema que le escribió Diana Ferrus, poco antes de que una compañera de la maestría (V.) recomendara Vénus noire (2010) de Abdellatif Kechiche, el director de La Vie d’Adèle (cuyos abusos, por cierto, denunciaron las protagonistas). La película —que trata de la vida de Sarah, precisamente—le había hecho pensar a V. si realmente existe la resistencia, como una lucha interna propia del espíritu hegeliano –evolucionista, positivo, hegemónico– cuando la dominación es parte constitutiva de la existencia misma.

A mí esta afortunada y triste coincidencia me pareció un ejemplo precioso porque habla precisamente de esta carnicería que ha instalado y mantenido la lógica racional extractivista del proceso moderno capitalista de Occidente, de la cual el mismo Hegel —en mi parecer, al menos— resulta poco crítico; su comprensión del tema (en lo periférico), en su Curso de la historia universal está viciada por su eurocentrismo. 

La historia de la “Venus Hotentote” es muy importante para la memoria de esa historia “a contrapelo” —como le gustaría a un Walter Benjamin, por ejemplo— para dinamitar la historia lineal de los Estados que inaugura Hegel y que dinamita después la filosofía contemporánea post-nietzscheana… pero ese es otro tema, objeto de otra “Ciencia”. Aquí lo que importa, además, es otro asunto: la otra. Por eso otra mujer, más de 160 años después, le escribió un poema. Porque es importante recordar, poner a salvo otras historias, nombrar otros mares: He venido a llevarte a casa /donde las montañas antiguas gritan tu nombre.

Iniciamos con este tema nuestra columna quincenal El nombre de otros mares porque, además de re-conocer la historia de Sarah, poemas como éste son imprescindibles hoy más que nunca, en que una cultura “de masas” antirracista, antipatriarcal, antifascista y anticolonial emerge a todas luces urgente. Porque Diana le ha escrito a Sarah para nombrarla de nuevo.

He venido a llevarte a casa
te cantaré
porque tú me has traído paz.*


* Versión al español por Rebeca Leal Singer.




Déjanos un comentario