En el Día de los muertos, en mi pueblo natal, la luz se resignifica.
Los Panteones se iluminan con flores y velas, se canta y se baila.
Las calles se llenan de pequeñas fogatas, para iluminar las veladas.
En las casas se abre paso un camino de pétalos de cempasúchil y
en las puertas se pone el farolito de carrizo que hará de guía.
El altar también se ilumina con frutas, pan, papel picado, veladoras y
una que otra golosina.
Pero lo más interesante es cómo la luz se enciende en nosotros,
en nuestros pensamientos y nuestros corazones la luz del recuerdo
toma lugar y se sienta a observar; ése es el significado de la luz
del día de muertos, primero se enciende en nosotros para que
la encendamos en todo lo que hagamos durante esta celebración.
Porque todavía queremos compartir, todavía amamos y añoramos
a los que ya no están, por eso queremos celebrar.
El día de muertos nos ilumina de muchas maneras y revive el fuego interior
de todos para vivir el amor, la añoranza, el recuerdo y el misticismo
de toda la vida y muerte que hay en nosotros.
En estas fotografías retraté la luz en algunas de sus formas para intentar compartir el significado de esta celebración. Espero que iluminen los recuerdos del espectador.
Milpa Alta, CDMX


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