¿Música imitativa? - MilMesetas

Existe una idea bastante extendida en el sentido común que forma parte de la manera en que entendemos el arte. Se trata de la idea de imitación. Pensemos, por ejemplo, en los bodegones de Velázquez. Dichas pinturas suelen mostrarnos ejemplares bien definidos de frutas o vegetales. Su referente es claro en estos casos y la copia puede llegar a ser bastante similar a lo copiado. Otro caso es el de algunas esculturas de Joan Rebull que pueden llegar a imitar a una persona de manera bastante precisa en sus rasgos más detallados, sin solemnizar ni exagerar la figura humana. Estos casos pertenecen a lo que se denomina artes plásticas, y tienen en común una apreciación estética por medio de la vista.

            Ahora bien, según Ernst Gombrich, este rasgo imitativo de las artes plásticas caracterizó su desarrollo en la historia desde la antigüedad clásica hasta llegar a la fotografía en el siglo XX. Según este autor, la imitación fue haciéndose cada vez más y más precisa hasta llegar a refinarse al grado tal de representar exactamente igual a la realidad visible en una fotografía. A esta historia podría agregarse el cine, que incluso habría logrado imitar exactamente igual a la realidad en movimiento y con sonido.

            Sin embargo, cuando pensamos en otros ejemplos que provengan no de las artes visuales sino de la música puede suceder algo distinto. Casi siempre decimos que una canción es sobre algo y no que se parece a algo. Quizás podamos decir de las artes visuales que son sobre algo y que también pueden parecerse a algo, pero en el caso de la música, difícilmente parecen darse ambas posibilidades. Esto se debe a que una canción casi siempre trata algo de una manera narrada; ya sea una descripción o una historia, implica un discurso la mayoría de las veces. Podría decirse que la naturalidad con la que las artes plásticas admiten ser apreciadas desde la idea de imitación, está ausente al intentarlo con la música. Aún así, a lo largo de la historia hubo algunos intentos por tratar a la música desde el paradigma de la imitación.

            Por ejemplo, la tradición que comienza con Pitágoras y continuaría con Descartes y Leibniz, vió en la música una imitación del orden armónico de la naturaleza. Otra tradición, más bien platónica, vería en la música una imitación de las pasiones, buenas o malas, vinculando la música a la moral. Después se dieron otros intentos, como el de Rousseau, que creía que la música imita la naturaleza mediante los sentimientos que genera en el hombre. Posteriormente, otro intento fue hacer de la música la imitación de la realidad humana. Los actos humanos, sus hechos y sus acciones fueron los referentes preferidos.

Los intentos se extienden hasta la música que “imita” la caída de la lluvia o el claxon de un automóvil de manera tan exacta mediante grabaciones de esos mismos sonidos insertadas en canciones pop, por ejemplo: el sampleo. Un caso de sampleo extremo y natural sin necesidad de dispositivos de grabación lo proveyó John Cage en su obra 4´33. Ahora bien, hablando también de la música de orquesta, la imitación se ha dado también en la música aleatoria, que puede imitar un mapa estelar del cielo al colocar encima la hoja pautada y anotar donde se vean los astros. Un ejemplo es Atlas eclipticalis, también de Cage.

Sin embargo, todos estos intentos consideran una noción de naturaleza muy variable, a diferencia de lo que sucede en las artes plásticas. A pesar de que existen los engaños visuales y que puede sacarse mucho provecho de ellos, la realidad visual no suele prestarse a diversas interpretaciones. Prácticamente todo mundo con sus órganos bien desarrollados y sin problemas en el sentido, puede estar de acuerdo en que lo que ve es de tal color o de tal forma. En cambio, los intentos de concebir a la música desde el paradigma de la imitación son poco “naturales”, escasamente intuitivos y nada inmediatos. Las explicaciones de los distintos intentos antes mencionados son muy elaboradas frente a lo que sucede en las artes visuales. Por ejemplo, uno no percibe la naturaleza desde un primer momento de manera matemática sino solo mediante método y a través de un marco teórico. En el caso de Rousseau, decir que la música es imitación de la naturaleza mediante los sentimientos que produce en el hombre carece de ser fácilmente asequible como marco teórico, a diferencia de las artes plásticas.

En gran medida, la ambigüedad del término imitación alimenta el problema. Probablemente, los intentos mencionados anteriormente indicaron al final el surgimiento de otros paradigmas abriendo las puertas a nuevos conceptos. Por el momento, podría intentarse el ejercicio, tal vez poco interesante en el caso de las artes plásticas, de escuchar una canción buscando su referente. Trátese de encontrar qué es lo que imita y someta su opinión al escrutinio de los demás: ¿habrá consenso?

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