Memes políticos: más allá de la sátira
Los memes políticos parecen irrelevantes para la opinión pública, pero, en la realidad, son de gran relevancia. En tiempos del “imperio o dictadura de las redes sociales”, los memes de corte político juegan un papel protagónico en tres sentidos: son un termómetro de los ánimos sociales y políticos; son de gran utilidad para distinguir cuáles son los temas, ataques –que incluyen fake news-, argumentos y discusiones que se pretenden “subir al ring” de la discusión mediática y de coyuntura; y, finalmente, son una excelente estrategia de crítica para desenmascarar las contradicciones, inconsistencias y malas decisiones gubernamentales o, simplemente, para cuestionar a los líderes políticos.
El rol de los memes se asemeja a lo que fue la caricatura en el Porfiriato: un arma de resistencia y sátira que no distinguía la clase o nivel cultural de sus receptores, ya que era comprensible tanto para doctos como para analfabetos. Si bien es cierto que, a más de cien años de los funestos tiempos de Don Porfirio, el panorama político y mediático ha cambiado categóricamente -a tal grado que el analfabetismo ha quedado casi erradicado-, hoy en día entendemos otras formas de “analfabetismo”, como el político.
Cuando hablamos de “analfabetismo político” nos referimos al desconocimiento generalizado de los temas, problemas y personajes que dibujan la agenda pública. Esta forma de “analfabetismo” la padece quien prefiere abstenerse de problematizar o hablar de política so pretexto de “no gustarle la grilla”. De manera tácita, el “analfabeto político” renuncia a su deber ciudadano y democrático de decisión, de tal manera que se transforma en una especie de “eunuco” que permanece pasivo frente a su deber ciudadano de protestar, cuestionar u opinar acerca de los problemas que atraviesa el país.
En ese sentido, los memes políticos buscan “atrapar” a los “analfabetos políticos” o a cualquier persona para que se interese en los temas políticos de coyuntura, no importa si se trata de un analista político, un oficinista agónico en el estrés, un estudiante universitario, un ama de casa o un obrero. Este tipo de expresiones humorísticas se han convertido en una alternativa para la sana distracción laboral; la convivencia en los grupos familiares o de amigos en el whatsapp; e incluso, una útil estrategia para conquistar a un amor no correspondido por medio del humor, pero lo más importante es que son un “gancho” para atraer a la ciudadanía a la discusión de los temas políticos.
Los memes políticos son un fenómeno digno de estudio, basta con hacer algunas preguntas para dar cuenta de ello: ¿Cómo es que a través de ellos se puede posicionar un candidato? ¿Cómo explicamos el fenómeno de las páginas de facebook o twitter dedicadas exclusivamente a su producción?, si las redes son benditas, ¿son los memes políticos “el evangelio”?
Evidentemente, la intensa carga política que hay en redes sociales no sólo está en manos de hacedores de memes amateur, simpatizantes/ militantes de partidos políticos o gente “ocurrente”; también hay un lado oscuro: de la misma forma como sucede con las llamadas fake news, la hechura de memes se ha vuelto un oficio en el que de manera discreta hay mucho dinero e intereses en juego; en ese sentido, merece la pena ver el reportaje de Sergio Rincón, “El millonario negocio detrás de los sitios de fake news en México” para dar cuenta de la existencia de empresas de marketing digital formadas para la creación de campañas “sucias” que refuerzan sus ataques por medio de memes.
No queda duda en que hay muchas cuestionantes que responder desde el enfoque de la ciencia política, el derecho, las ciencias de la comunicación, las técnicas periodísticas e, incluso, al amparo de la filosofía para explicar el fenómeno de los memes políticos. No hay que subestimar el papel de estas nuevas formas de expresión y crítica política.
El papel de los memes es indispensable para la comprensión de realidad política. Sigamos haciéndolos, compartiéndolos, troleándolos y utilizándolos como un medio de expresión ciudadana y como objeto de estudio, pero, sobre todo, hay que disfrutarlos y ponerlos en duda.

Déjanos un comentario