Generalmente el fútbol es asociado con conductas destructivas, como la competencia desmedida entre individuos y colectivos, el acumulamiento y derroche de riquezas sin escrúpulos y la violencia entre aficionados de equipos rivales. Incluso, en los terrenos extracancha, existen prejuicios –que son ciertos en algunos casos– contra los aficionados del futbol, así como contra aquellos que practican este deportes, acusándolos de ser personas ignorantes y violentas, que generalmente terminan siendo delincuentes o unos desquehacerados. Y siendo sinceros, los aficionados y los medios de comunicación han hecho poco para eliminar esa imagen del deporte que más genera ingresos en el planeta. Realmente no son suficientes los contenidos escritos y audiovisuales que reflejen el impacto positivo que el fútbol tiene en las vidas de una gran cantidad de personas, tanto los jugadores a los que permite salir de condiciones precarias, como a los aficionados que un campeonato de su equipo les puede cambiar la vida.

Por ello, a mi juicio Ted Lasso, un sitcom transmitido por Apple TV+, resulta ser un contenido novedoso, dinámico, entretenido y constructivo para todo aficionado al futbol y para nosotros los románticos que creemos que el deporte más hermoso del mundo puede ser benéfico para la humanidad. Protagonizada por Jason Sudeikis, narra la historia del Coach Ted Lasso, un entrenador de futbol americano que súbitamente es contratado para dirigir al AFC Richmond, club oriundo de Londres, Inglaterra que compite en la Premier League, la primera división del futbol inglés. El AFC Richmond es uno de los clubes con más tradición en la Gran Bretaña, pero que también se caracteriza por no haber ganado ninguna competición en toda su historia. Es presidido por Rebecca Welton, interpretada por Hannah Waddingham, quien compró al equipo que anteriormente perteneció a su exesposo Rupert Manion, caracterizado por Anthony Head, con la única finalidad de causar su ruina, y nada mejor que contratar a un entrenador de futbol americano para concretar esta venganza. Al Coach Lasso le corresponde guiar a sus pupilos para conservar la categoría en la mejor liga del futbol europeo, pero se enfrenta a un vestidor desunido que privilegia los egos sobre el trabajo en equipo; el capitán Roy Kent (Brett Goldstein), el delantero estrella Jamie Tartt (Phil Dunster), el talentoso Sam Obisanya (Toheeb Jimoh) y el carismático Dani Rojas (Cristo Fernández) son algunas de las piezas fundamentales del vestuario de las cuales el Coach Lasso echará mano para llevar su empresa a buen puerto. El elenco es completado por el Coach Beard (Brendan Hunt), el fiel e inteligente entrenador asistente que acompaña a Lasso en todo momento; la genial y audaz Keeley Jones (Juno Temple), la community manager y publirrelacionista del club; Nate Shelley (Nick Mohammed), el inseguro utilero del equipo; y finalmente Higgins (Jeremy Swift), la mano derecha de la Presidenta Welton.

La trama de Ted Lasso no gira en torno a las victorias del AFC Richmond. De hecho, son más descalabros que resultados afortunados. Las derrotas y victorias quedan en un segundo plano; lo que importa, dice el Coach Lasso, es hacer mejores a sus dirigidos, sacar la mejor versión de ellos mismos. Desde esa primicia la serie se posiciona con respecto al futbol: es un deporte y un medio de vida cuya función es hacer mejores a las personas. ¿En qué sentido mejores? ¿En qué consiste ese crecimiento personal del que habla el Coach Lasso?

En resumidas cuenta, el futbol es catalizador de lazos fraternales entre pares, de camaradería y compañerismo, de rivalidades constructivas, así como de bienestar físico, mental y emocional. Este sitcom se centra particularmente en la salud mental y emocional de sus protagonistas; su importancia no se reduce a que gracias a ella puedan desempeñar bien sus funciones administrativas y deportivas, sino que tal desempeño depende directamente de la posibilidad de que sean personas satisfechas de sí mismas, capaces de anteponerse a sus complejos y miedos, y de asegurar su propio amor propio y felicidad.

Por supuesto, el futbol es un deporte de equipos: la autoestima y resilencia son solo posibles en virtud de la colaboración colectiva, de aquellos lazos que se entretejen; la familia que tenemos y que escogemos. Claras muestras de lo anterior son el compañerismo de los jugadores del AFC Richmond para enfrentar las adversidades, la amistad entre Rebecca y Keeley que les ayuda a superar sus infortunios amorosos, y el famoso Diamond Dogs, el grupo de amigos que integran Lasso, Beard, Nate y Higgins, el cual demuestra que los hombres pueden comunicar sus inseguridades sin sentirse vulnerables y contar sus encrucijadas para tomar las decisiones más sanas posibles. Esos grupos de amigos muestran que se pueden configurar nuevas masculinidades, alejadas de comportamientos tóxicos y machistas, cimentadas en la honestidad, fraternidad y generosidad.

Tres son los lemas del Coach Lasso, y por consiguiente de la serie. Believe, una palabra escrita con plumón azul y una cartulina amarilla cuya simpleza contradice a su facticidad: es difícil recordar que lo más importante es creer en nosotros mismos, en nuestras capacidades y talentos, en aquello que nos hace únicos; Ted Lasso la coloca en la pared principal del vestidor como un recordatorio. Be a goldfish, le dice Lasso a Obisanya, para tratar de animarlo luego de ser humillado en un entrenamiento, ya que se dice que los peces dorados cuentan con una memoria minúscula, solamente capaz de recordar los diez segundos anteriores al tiempo presente; ser un pez dorado no retrata otra cosa que la virtud del olvido, de esa capacidad para no ser rencorosos y tratar de construir perpetuamente nuestro futuro sin ser atormentados por la culpa, el sufrimiento y la vergüenza del pasado. Be curious, not judgmental exclama victoriosamente el Coach Lasso luego de vencer en un juego de dardos a Rupert Manion, pues este último lo quiso retar sin preguntarle si alguna vez había jugado; todos tendemos a juzgar sin conocer a las personas, hacemos uso de sus debilidades para sacar provecho de ellas sin detenernos a pensar de lo que son capaces ni cuánto les duele que las lastimen.



Particularmente, Ted Lasso está íntimamente relacionada con el tema del duelo, de aquellas cruzadas que emprendemos a través del dolor de la pérdida. Rebecca siente un odio tremendo por su exesposo Rupert y por todas las infidelidades que él le hizo pasar, repulsión que también sintió hacia su padre en su lecho fúnebre. Ted está atravesando por un proceso de divorcio mientras sigue atormentado por el suicidio de su papá. Obisanya añora a su natal Nigeria y Dani Rojas sufrió un traumatismo luego de que él asesinó con un balonazo al anciano perro que fue mascota del equipo. Todos ellos tienen en común un agobiante sentimiento de culpa debido a que ellos mismos se visualizan como los causantes de su propio sufrimiento. La serie precisamente nos cuenta cómo es que ellos se dan cuenta de que existen situaciones más allá de su control, lo cual no debería representar ningún problema. Somos responsables de lo que hacemos, en efecto, pero la vida es una encrucijada sumamente complicada y a veces no es posible que las cosas sean como deberían ser. El reto es aprender a aceptar que las cosas son como son, que podemos disfrutarlas sin sentirnos agobiados por factores independientes a nosotros. Nuestra responsabilidad es procurar de nosotros mismos, pero es un reto que, como he dicho, se hace acompañado. La perdida no se sustituye, pero se sobrelleva conformando nuevos lazos. Por ejemplo, la amistad entrañable entre la Presidenta Rebecca y el Coach Lasso, luego de que ella sincerara sus intenciones iniciales de hundir al equipo y mostrar su preocupación por el bienestar mental y emocional de Ted y sus dirigidos. Además, durante el funeral del padre de Rebecca, todo el equipo mostró sus respetos y cantaron junto con ella Never Gonna Give You Up, la mítica canción de Rick Astley. El propio Ted cuenta que nunca deja pasar la oportunidad de decir lo que siente hacia los demás porque piensa que tal vez hubiera podido impedir el suicidio de su padre comunicando de mejor modo su afecto.

Es momento ahora de confesar mi admiración por Ted Lasso, no solo por la construcción de sus personajes y sus tramas, sino porque remarca la vital importancia de la salud mental y emocional. El 2021 no ha sido un año fácil para mí. He sufrido de pérdidas, de menosprecio hacía lo que soy y me dedico, de estrés, ansiedad, insomnio y de una agobiante necesidad de demostrar lo que puedo ser capaz. Eso me ha ocasionado una ruptura amorosa y familiar de la que pensé no reponerme. Cuando me sentí peor que nunca, esta serie llegó a mi vida y me inspiraron todas las historias que cuenta. Sobre todo, me influenció a ir a terapia. Ted Lasso me enseñó que es válido no estar bien. Sentirme así es parte de lo que soy, y debo aceptarlo junto con mis virtudes. Gracias a mi psicóloga, me di cuenta del valor de mi persona, de lo importante que es expresar mis sentimientos y anhelos, de lo necesario que es cuidar de mi mismo, de procurarme amor propio y de que soy una persona suficientemente capaz de enfrentarme a mis demonios y de aceptarlos como parte de mí. Finalmente, me siento capaz de tejer los lazos fraternales que fui rompiendo con los años en mi obsesión de convertirme en el mejor de los mejores. De poco en poco voy rompiendo las barreras que me impedían amar y ser amado. Y me siento orgulloso por ello. Toda la vida sentiré dolor por todo aquello que dejé ir en este camino de autodestrucción y reconstrucción, pero tengo fe en que puedo ser una buena y feliz persona en mi presente, sin el tormentoso pasado y el neblinoso futuro.
Literalmente, Ted Lasso y la terapia salvaron mi vida. Mi intención aquí fue a dar a conocer la serie y que más gente se uniera a ella. Porque soy un romántico que todavía piensa que el fútbol es el deporte más bello del mundo y que nos puede enseñar lecciones de importancia vital. El futbol es vida dice Dani Rojas con mucho acierto. Todavía no estoy listo, pero espero pronto estar tan vivo, libre y feliz como el Coach Beard bailando Hello de Martin Solveig.

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