El conflicto entre Palestina e Israel no es muy distinto a la disputa familiar por los terrenos de los abuelos en las fiestas de fin de año, me explico:
Abraham recibe una promesa de su dios; este personaje divino e imaginario le dice al esquizofrénico que escucha su voz, que será padre de multitudes y que su descendencia ha de ser bendita por todas las generaciones, lamentablemente Sara de 90 años, su esposa, era estéril, así que sugirió a Abraham que tomara a su esclava, Agar, para engendrar un hijo y se cumpliera la promesa de su dios. El promiscuo patriarca acepta la sugerencia de su esposa y de esa unión nace Ismael. Al tiempo, Sara celosa de su esclava, hace que Abraham la expulse de su comunidad con todo y su bastardo, posteriormente la anciana de 90 años, queda embarazada de Isaac… Aquí comienza el pleito por los terrenos; los árabes descienden de Ismael, y los judíos de Isaac, ambos provenientes del mismo padre, pero de diferente madre; los judíos se van para Egipto donde fueron esclavizados —según el libro que ellos mismos escribieron—, y liberados por Moisés, quien les anuncia que dios les había prometido una tierra llamada Canaán, pero cuando llegaron a tomarla, los ismaelitas ya la habitaban… Este pleito por los terrenos ha durado más de 3000 años porque ambos pueblos se sienten con el mismo derecho de habitarlos y poseerlos, y hoy, todos somos testigos de las consecuencias.
Las historias que se cuentan en el Génesis fueron escritas durante el reinado de Josías, en el siglo VII antes de la era común. Se creía que Abraham había existido hace 4000 años, pero nada está más lejos de ser cierto… Todo lo relatado en el primer libro de la biblia, son historias inventadas para darle validez a un pequeño pueblo que vivió entre dos grandes civilizaciones, Egipto y Mesopotamia. Los judíos tomaron mitos y leyendas de aquí y de allá —como quien le avienta otro hueso a su caldo— para su modelo religioso monoteísta, que fueron escritos sobre papiros para después formar el pentatéuco (los primeros cinco libros de la biblia), y todo lo que digo puede ser verificado en “La biblia desenterrada” de Neil Asher Silverman e Israel Finkelstein. Resumiendo: Abraham ni siquiera fue una figura histórica, ese señor jamás existió, sólo fue un recurso literario para sostener una narrativa…
Es increíble que el mundo esté al borde de la guerra por un pleito familiar que tiene como cimiento un simple y yano mito… La biblia NO es palabra divina inspirada por ningún dios, el antiguo testamento es una compilación de tradiciones que no redactó un solo hombre en una sola época (Moisés, quien dijo haber vivido lo suficiente para escribir su propia muerte), sino cientos de personas en distintas épocas con limitaciones de razón propias del humano; todo ese compendio donde descansa la ley judía, no son otra cosa que experiencias de vida en forma de fe, es decir, fueron escritos en contextos históricos, sociales, culturales, políticos, lingüísticos y hasta económicos distintos, según necesidades humanas de credo y dominación.
Realmente no logro dimensionar las consecuencias que traerán a futuro las peleas de los hijos por los terrenos de los padres que suceden hoy día. Da miedo pensar que en alguna familia nazcan otros Ismael e Isaac (o su equivalente epocal: Iker y Brayan, Derek y Brandon, etc.), formados por la narco-cultura y peleen por tabiques viejos e inicien otra rivalidad sempiterna. El mundo ya no soportaría otro par igual.
Decía mi maestro Enrique Dussel refiriéndose al argumento sionista de regresar a la tierra: “[…] nadie había salido, y todos los que volvieron, nunca habían estado […]”.
Por Javier Hernández.
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