El planeta que nunca lo fue: Crónicas hacia Plutón - MilMesetas

La poesía es un territorio vastísimo en el que cada persona puede explorar un sinfín de rincones sin restricciones, salvo por los mismos límites de la imaginación y del lenguaje. Quiero enfatizar esto último, porque si bien, para escribir un buen poema es indispensable que uno sepa como domar al lenguaje, para conducirlo hacia nuevos horizontes, esto no podría ser sin la imaginación. Considero que a veces los poetas pueden subestimarla mucho, cuando puede ser una gran aliada durante el proceso de creación.

Este no es el caso de la poeta Beatriz Pérez Pereda (1983), quien ha ganado el Premio Dolores Castro de Poesía 2021 y el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2015, además de haber obtenido el Primer Premio de Poesía Óscar Oliva, en 2022 con Crónicas hacia Plutón, poemario que aquí reseñaré.

Crónicas hacia Plutón es una obra peculiar, mucha gente aún tiene la idea que la poesía solamente habla del amor y del desamor, pero este poemario habla sobre la exploración del espacio y el viaje de las cenizas de Clyde Tombaugh dentro de la sonda New Horizons. Esto podría desconcertar un poco, pero basta con mirar con atención nuestra tradición literaria y hallaremos poemas como “Canto a un dios mineral” de Jorge Cuesta, donde lo que predomina es la manifestación de la inteligencia por encima de la manifestación de los afectos. Un poco más atrás tenemos el poema de “Primero Sueño” de Sor Juana Inés de la Cruz, que es la suma del conocimiento filosófico y científico de su época. Incluso yendo muchísimo más atrás en la historia de la poesía encontramos: De rerum natura, o Sobre la naturaleza de las cosas, del poeta latino Lucrecio. 

Mars Exploration Rover-A, MER-A, cuyo mejor nombre fue Spirit, aterrizó en Marte en el cráter Galev el 3 de enero de 2004, era de madrugada y su corazón de robot estaba programado para noventa soles. Gemelo de Oppy, fue el primero de su familia, en pisar la arena suelta y roja del cuarto planeta desde el Sol.

Como notamos en el fragmento de prosa poética, se puede vislumbrar que Beatriz especula sobre los robots exploradores y esto es lo que destaco de su poemario, ella decide que el yo lírico será enunciado desde las cenizas Clyde Tombaugh, quien descubrió en 1930 a Plutón. Esto aproxima al poemario hacia el terreno de la ciencia ficción y la ficción especulativa. Cosa que también ha estado presente en nuestra tradición como los poemas de Amado Nervo.

Cuando llegue a esa otra casa será otoño

y el planeta se estará preparando para un invierno de cien años

No sé qué paisajes esperar

cómo será el otoño si árboles naranjas

sin el camino de hojas ocres

que me lleve a la banca donde me espera un amor

recién venido de las promesas del verano

Pero la especulación de la poeta surge desde el terreno, que la mayoría de la ciencia ficción lo hace: desde los límites a los que la ciencia teme cruzar. Ya que la buena CF surge de tratar de usar los discursos del pensamiento científico, para tratar de responder preguntas imposibles de responder sin el soporte de la imaginación. Esto me recuerda a las palabras del poeta Eugenio Montale: “Todo arte que no renuncia a la razón, pero que nace del choque de la razón, también puede llamarse metafísico” 1. 

Llegará el tiempo en que volvamos a encontrarnos

todo en el universo fue o será polvo

y un día

nuestras cenizas se unirán para dar vida

para continuar nuestro vals sosegado

sobre el manto estelar

Así, pues, estamos ante una obra donde la poeta Beatriz no duda en tomar el lenguaje científico y frío de la exploración espacial para empujarlo hacia nuevos horizontes, hacia los mundos que habitan en los más hondos rincones del alma humana y el miedo atavico que la humanidad siente ante el inconmensurable cosmos, para recordarnos que somos uno con él y al final formaremos uno con él.


  1. Citado por Alberto Blanco en su libro El llamado y el don, en el capítulo dedicado a la relación entre la poesía y el conocimiento.

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