En algún lugar del arco iris - MilMesetas

Junio es el mes del orgullo LGBTQIAP+, pero también es el mes en que se celebra la Noche de San Juan. Dicha fiesta consiste en encender grandes hogueras para que alimenten al sol y le otorguen fuerzas durante el solsticio; además el fuego tiene la función simbólica de purificar. La fecha inspirará a William Shakespeare a escribir Sueño de una noche de verano, que a su vez inspiró al director Tom Gustafson a crear la película Were the world mine (2008). Vayamos por partes.

Las hadas salen

La película que menciono arriba, la considero mi película favorita LGBTQIAP+, porque además de sentirme identificado con la historia, cuyo argumento se centra en Timothy, un chico gay que no sabía cuál era su lugar en el mundo: vive en un pueblo conservador, asiste a un colegio exclusivo para varones y vive con el rechazo de una de sus figuras paternas.

Poster promocional de la película

Salvo por lo del colegio exclusivo de varones (aunque no debemos olvidar que la mayoría de actividades en los colegios mixtos son pensadas desde una visión masculina, excluyendo a las niñas y a les infantes que son bichitos raros) y que el rechazo lo viví desde la figura materna. Sentí, la primera vez que la vi, una gran conexión él, sobre todo, porque la obra del bardo de Avon, que es de Fantasía, le sirvió para encontrar su voz (en el caso de la película su canto, porque se trata de un musical) y enfrentar el mundo real.

Una vez más, una historia de fantasía, era como esas hogueras que alimentan al sol en estas fechas: me dio fuerzas para resistir el mundo y empezar a comprender que mi lado friki amante de las historias de hadas, dragones y demás seres fantásticos, podía abrazar al lado gay, para ayudarlo a salir del armario de la bruja, para que el invierno se tornara primavera.

Una realidad sin colores

No solo como persona gay me sentí tan identificado, sino como persona gay friki encontré al fin una historia que me mostraba algo más. Al igual que Timothy, intenté incursionar en algo artístico, él en el teatro musical y yo en la escritura/poesía. En uno de los talleres que tomé, recuerdo que llevé un poema homoerótico, el cual fue bien recibido, pero bajo las siguientes palabras: “Vaya, al fin traes un poema que muestra tu verdadera voz”. “Por fin trajiste un poema que si me agrada, no como los otros”.

Esos otros, esos que no mostraban mi “verdadera voz”, eran poemas de terror, de ciencia ficción. El tallerista, hombre cis, pensaba que solamente lo gay era lo que me definía y que usé la ciencia ficción y el horror, para ocultarme. Vamos, su taller me había ayudado a salir del closet. Después llevé el poema más friki que se me ocurrió, era mi forma de decir que mi lado gay, no era distinto a mi lado friki.

Porque que sea friki, que sea gay, son la suma de la persona que soy. Aunque también del otro lado me ha costado hallar mi lugar. Cuando salí del closet, un amigo también lo hizo; sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas. En una ocasión me confrontó y me dijo: “Tú no eres gay”, sus argumentos fueron que no lo era porque no iba a fiestas, no fumaba, no tomaba, no visitaba antros ni veía religiosamente Queer As Folk. Esa frase me persiguió por mucho tiempo.

En el camino me he topado con personas de la comunidad que tampoco me aceptaron por quien soy. Me descartaron por ser fan de los cómics, ya que para mi los superhéroes siempre fueron esa metáfora de tener dos vidas, dos identidades en pugna. Leer ciencia ficción, ya saben, historias que no hablan nada relacionado con lo humano. Escuchar power metal y symphonic metal, sobre todo por sus letras desbordantes de Fantasía. Sé que fueron personas que olvidaron que la Imaginación es una herramienta muy poderosa y que podemos emplearla para construir una diversidad de historias para la gran diversidad que somos.

La imaginación como aliada de las diversidades

Así que esto lo escribo desde el punto de asumirse como un zoón fatastikón, un animal imaginativo. Este concepto lo retomo del poeta y pensador Ángel María Garibay K., quien escribió que la mayoría de gente presupone que somos un zoón logikón, un animal racional, porque debemos adorar a la razón por encima de todo, esa razón que en ocasión han usado como arma contra la diversidad. Pero debemos recordarles que esa razón “lleva una antorcha de intuiciones, y esa antorcha la enciende y la pone en sus manos la fantasía1.

Tal como Timothy, como un avatar de Puck, toma la flor mágica del amor y provoca el caos en todo su pueblo, para que comprendan cómo es ser él. La fantasía nos pide que tomemos el arco iris, antiguo puente con el mundo de los dioses, de las historias, para encender las hogueras con las que incendiaremos las normas que nos encierran en los closets, las normas que nos dicen que solo tenemos una voz, las normas que nos piden que seamos silenciosos.

Por lo tanto, en la próxima marcha, y subsecuentes marchas, me levantaré como ese animal imaginativo, como ese híbrido, como ese hijo del Reino Peligroso, como esa persona friki que es gay, ese gay que es friki, y tomaré cada palabra de las historias de fantasía que me han acompañado para incendiar el mundo con miles de colores y decir que aquí estoy, en el mismo arco iris que ustedes, para contar mi historia.


Imagen principal: La querella de Oberón y Titania de Joseph Noel Paton (1849)

1 Garibay, Ángel María, Verdad de la ficción y otros textos, Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal, 2013, pág. 92

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