Conversación con Orlando Mondragón. Premio Loewe de Poesía 2021 - MilMesetas

Conversación con Orlando Mondragón, ganador del Premio Loewe de Poesía 2021 y psiquiatra en formación.

R: ¿Cómo combinas tus vocaciones de médico y de poeta ?

O: Son dos vocaciones que nacieron de manera paralela y simultánea. Estas dos ramas no están peleadas entre sí, desde siempre ha habido vértices, vasos comunicantes. Desde la Iliada con Homero, se describían heridas de guerra y cómo curarlas. A lo largo de la historia de la literatura ha habido muchos médicos que tienen una inquietud por el quehacer literario, tales como Antón Chéjov, William Carlos Williams, Antonio Lobo Antunes (que también es psiquiatra) y Elías Nandino, en México. Colegas más contemporáneos a mí les nace la voluntad de escribir poesía. Tiene mucho sentido porque el médico está pendiente de la vida de otro ser humano. A veces, el paciente se acerca al médico no sólo para restaurar la salud perdida sino también en busca de algún consejo. En todo esto se mezcla la historia biográfica de alguien y nace la empatía, y qué mejor forma de comunicar esta experiencia que a través de la literatura.

R: No todos los médicos son literatos y la medicina es una disciplina llena de prejuicios, de hegemonías, de normalidades. ¿No es esto contrario al espíritu de la poesía?

O: Creo que sí y creo que es una forma de contestar a toda esta rigidez médica que está llena de jerarquías, de patrones de conducta y patrones morales muy específicos de la profesión. En mi caso, hacer poesía responde a estar en contra de todo esto.

R: ¿Cómo fue que llegaste a la poesía?

O: Me gusta creer que llegué a la poesía por la tradición oral. Desde pequeño viví en un pueblo de Guerrero que se llama Zirándaro de los Chávez, donde pasé mi infancia, y que justamente se nombra así por el cardiólogo Ignacio Chávez Sánchez, quien prestó su nombre al Instituto Nacional de Cardiología. Era un pueblo muy chiquito, había pocos divertimentos en ese entonces (hasta la fecha no hay cine) y teníamos otras formas de pasar el tiempo. En el teatro del pueblo había recitales, música, dramas y a mí me gustaba mucho declamar poemas. En ese entonces yo tenía cinco o seis años y me llamaba la atención la capacidad de convocatoria que tenía la poesía, aunque yo no entendiera muy bien de qué se trataban, había cierta intuición de que estaba hablando otro tipo de lenguaje que no era el cotidiano. Desde entonces comencé a aprender muchos poemas. Cuando llegué a la adolescencia, que es una época de inquietudes e incertidumbres, empecé a escribir mis propios versos, al principio fueron muy satíricos, de la mano de la tradición popular de la copla, pero conforme fui creciendo mis intereses cambiaron conmigo, y comencé a escribir poemas de otros asuntos.

R: ¿Tomaste alguna formación algún taller que te acompañara en este proceso?

O: Muchos. Desde la preparatoria busqué formarme en foros de internet. Yo vivía en Guerrero y tenía muy pocas opciones para acceder a este tipo de enseñanzas, no hay talleres, así que buscaba en internet. Cuando me mudé a la Ciudad de México busqué talleres literarios y tuve la oportunidad de asistir a algunos con gente cuya literatura me interesaba y que admiro. Las puertas se abrieron y caí en la Fundación para las Letras Mexicanas y desde entonces he seguido este rumbo.

R: ¿Cuáles son tus temas?

O: A juzgar por mis libros, me interesa mucho el tema del cuerpo, del enfermo, de la muerte. También el deseo; la vida misma es un tema muy importante. Una vez María Baranda, nuestra tutora en poesía de la Fundación, nos hizo este ejercicio donde cada uno ponía su tema a tratar; yo puse la muerte. María me sorprendió al decirme que mi tema no era la muerte, sino la vida. Entendí que hablar de la muerte también puede ser una celebración a la vida. En ese entonces yo llevaba otro tipo de textos, pero aún está esa espinita. Quizá en los libros siguientes pueda verse con mayor claridad.

R: El poemario “Epicidio al padre” ¿tiene que ver con estos temas? Parece que tiene que ver más con la enfermedad y la muerte, cuesta trabajo ver que el tema sea la vida.

O: Creo que en este libro buscaba cierta revancha hacia todo lo que había vivido como un adolescente gay, quería poner de manifiesto el sistema machista en el que vivimos. Fue un libro que hice con enojo, pero también con ganas de reconciliación. Salieron poemas dolorosos, pero también con esperanza.

R: ¿Te reconoces dentro de la literatura gay?

O: Claro, es algo insoslayable, parte de mí. El deseo homoerótico es algo que tengo muy presente, pero no necesariamente siempre quiero ir sobre esa línea sino que busco expandirme hacia otros horizontes en la medida de lo posible. Me gustaría retomar el deseo homoerótico en futuros libros, pero la verdad es que no siempre me propongo trabajar sobre cierto tema, sobre algo específico, sino que dejo que los poemas salgan, que fluyan, y si encuentro cierta temática en conjunto en ellos los aprovecho y comienzo a trabajar sobre eso. Es algo que se va revelando en el proceso de escritura.

R: En el premio Loewe se ha hecho mucho énfasis en que eres el único menor de treinta años que gana este premio. Por un lado, pienso que es algo muy bueno pero también hay una serie de expectativas que recaen sobre ti hacia el futuro.

O: Siento que responde más a cuestiones de publicidad y de mercado. Viví con bastante sorpresa el anuncio del premio, pero también con inquietud. Justo como lo mencionas, hay cierta responsabilidad o tal vez angustia en lo que estaré próximo a escribir, se pone en tela de juicio si será de la misma calidad o de la misma altura. Supongo que el tiempo que es un gran almacenista va a saber dónde colocar cada libro que vaya haciendo después. Sí llega a ser angustiante porque es un premio que yo aspiraba en la categoría de joven y ganarlo en la categoría principal me deja en la orilla del abismo, porque ahora no sé hacia dónde ir, pero también lo recibo con mucha alegría, consciente de que ese premio tiene sus circunstancias y que responde al momento de crisis que estamos viviendo a nivel global.  Creo que fue uno de los factores que hizo que el jurado empatizara mucho con el texto y entiendo que tal vez si no estuviera pasando lo que acontece con la pandemia no hubieran volteado a ver el libro, pero lo agradezco y lo celebro.

R: ¿Cómo enfrentas los miedos al momento de escribir poesía? ¿Qué temas te incomodan y qué temas te da miedo enfrentar al escribir?

O: Soy de los partidarios de que existe la inspiración poética, entendida como una serie de intuiciones que se van concretando y que terminan de condensarse una vez escrito. Trato de no pensar. Cuando un poema no sale como a mí me gusta creo que tengo que esperar. Una vez escuché de Leila Guerriero que uno como escritor debe aprender a acompañarse y que, si un texto no sale a la primera, tiene que entender que va a salir, así como ha salido antes. En ese aspecto creo que la escritura tiene mucho de paciencia y de aprender a convivir con uno mismo.

R: ¿Cómo se escribe poesía en un momento en el que se está deshaciendo el país y que tu estado natal, Guerrero, está inundado por la violencia y donde se pensaría que hay que hacer algo más práctico, más concreto que escribir poesía? ¿Cómo piensas que la poesía puede tener una voz frente a lo que está aconteciendo tanto en México como en el mundo?

O: Qué difícil pregunta. Siempre es complicado tratar de responderla. Siento que escribo como una revancha contra todo eso que mencionas. Con la esperanza de que, a pesar del dolor, del duelo y la tristeza que hay en el mundo (y que siempre va a existir) es posible encontrar belleza. Entendiendo la belleza como un goce estético, porque también puede ser terrible. No sé si la literatura tiene una función contra toda esta violencia, pero sí creo que realiza puentes entre los hombres y que la poesía es una comunicación íntima, intransferible, que a veces va a la vanguardia de los cambios políticos porque el poeta sabe mirar con lupa, medir el clima de la situación actual y poner palabras donde no las hay. Creo que la poesía podría funcionar como un aliciente.

R: ¿Qué estás escribiendo ahorita o qué vas a escribir pronto?

O: Estoy escribiendo un poemario sobre mis amores pasados. La respuesta bonita es que estoy escribiendo un poemario sobre el deseo homoerótico, pero apenas está en pañales. No sé si se va a salir, si se va a concretar o lo voy a desechar como otros libros.

R: Los poetas de otras épocas tenían que esconder esos poemarios, disfrazarlos. ¿Crees que hay una nueva visión de la poesía homo erótica?

O: Sí hay una mirada más abierta hacia este tipo de temas, en concreto la homosexualidad en la literatura, pero eso no quiere decir que haya desaparecido el prejuicio, la homofobia y que ahora podamos estar libres. Es muy necesario escribir sobre ello, en cierta manera por la visibilidad, pero también porque es una parte del espectro de la condición humana, que tiene que explorarse y que va más allá de su dimensión política.

R: ¿Qué le dirías a alguien que quiere escribir poesía y que como tú, en su momento, está en un pueblito lejos o inclusos en la ciudad y que no sabe a dónde dirigirse en un siglo donde no se educa para leer ni para escribir poesía?

O: No lo sé. Soy malísimo para dar consejos. Le diría que siga sus intuiciones, que siga leyendo, que se permita ser encontrado por los libros, por autores y que se guíe por su intuición, por su imaginación. Si un autor le parece hermético que lo deje y que busque a otro. La literatura tiene la facilidad de encontrar su lugar en la vida de cada uno y este sitio hay que resguardarlo y cultivarlo.

R: Hay quienes dicen que este siglo ya no es el siglo de la poesía, que ya pasó, que es un vestigio ¿estás de acuerdo con eso?

O: Depende a quién le preguntemos. Si le preguntamos a las grandes editoriales van a decir que tienes toda la razón, que ya no es el siglo de la poesía, sino de la narrativa tal vez. Pero por algo la poesía sigue siendo creo yo la primera de las bellas artes. Creo que la poesía es un puente entre todos nosotros y que esa conversación que incita a la poesía no puede ser capturada de la misma manera, por su sencillez, por su forma sucinta, por otras formas literarias como el teatro, el ensayo o la narración. Quisiera pronosticar una larga vida a la poesía, porque creo que es irremplazable ese asombro que nos transmite y esa comunicación que logra.

Foto de portada: Premio Loewe de Poesía: Orlando Mondragón: “Hay más similitudes que diferencias entre la psiquiatría y la literatura” | EL PAÍS México (elpais.com)

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